domingo, 7 de febrero de 2010

El Presidente y el Diablo. HABÍA UNA VEZ.

El Señor Presidente de la República se sorprendió cuando llegó al infierno y no encontró ningún gran comité de recepción en la puerta. Buscó a quien regañar pero no había nadie a sus espaldas.

Estaba completamente solo por primera vez desde que asumió el poder y eso le dio mucho miedo, porque había una gran oscuridad que lo rodeaba excepto por los tenues destellos de los ojos del adormilado Diablo Portero.

-¿Dónde diablos está mi Estado Mayor, mis guardias presidenciales? Gritó aterrorizado.

El Diablo Portero sonrió malévolamente, saboreando de antemano lo que tenía que decirle a este hombrecillo tembloroso.

-Mira Felipe, por si no lo sabes, anoche moriste de una congestión alcohólica y ahora estás aquí en el infierno para recibir tu sentencia por todos los pecados que cometiste en la Tierra.

-¿Cómo cuales pecados?

- Para empezar tú sabes que no ganaste las elecciones y que de todos modos, vendiste tu alma a mi patrón, a la Diabla Elba Esther y al Diablo Orejón de Salinas con tal de sentarte en la Silla Presidencial.

-Haiga sido como haiga sido, llegué…- respondió satisfecho Felipe.

-Así es- admitió el Diablo Portero- pero nunca le perdonaste al pueblo por no haber votado por ti y eso llenó de profundo rencor tu negro corazón donde se anidaron los más terribles deseos de venganza y en tus noches de locura, juraste matarlos de hambre, aumentarles los impuestos, vender al país, aterrorizarlos con tu guerrita y gozabas cada matanza, cada asesinato, cada masacre de inocentes.

- Pero, eso que dices no es todo cierto, lo que pasa es que estaba rodeado de inútiles incompetentes y lambiscones…

-Si, pero no los cesaste, te encaprichaste con sus lisonjas y te escondiste detrás de incontables botellas de licor.

El dialogo fue interrumpido por el Diablo Juez que apareció de pronto entre una nube de humo de azufre, como dicen en los cuentos de hadas.

El Diablo Juez abrió el documento que traía entre sus garras y empezó a leer La Sentencia:

-Felipe de Jesús, te condeno a regresar a la Tierra, a vivir tres días en Ciudad Juárez como un ciudadano común, desarmado, sin guardias, sin recursos, ni donde esconderte.

- Pero eso no es justo, en Ciudad Juárez no se puede vivir, hay demasiada violencia e inseguridad, es terrible- Protestó Felipe aterrorizado.- Allí “hasta el viento tiene miedo” dijo recordando una vieja película mexicana.

Al terminar la última línea, Felipe estaba solo en una oscura calle de Ciudad Juárez, justo en medio de otra batalla entre bandas de delincuentes, policías y militares que disparaban a todo lo que se movía y hasta lo que no se movía como las paredes de los edificios, las ventanas, las estrellas…

-Nooooo- Gritó Felipe muerto de miedo y en eso despertó bañado en un frio sudor.

-Oh que bien, todo fue una terrible pesadilla- Exclamó Felipe aliviado de estar en su camita, muy seguro, muy cuidado, rodeado de guardias, murallas y alarmas.

-Señor Presidente – le avisó el guardia de cámara- es hora de levantarse, recuerde que hoy nos toca ir a Ciudad Juárez para presidir el Consejo de Seguridad…

- Ni madres cabrón, yo a Ciudad Juárez no voy ni a mentadas, mejor voy a una reunión del consejo económico europeo, allá es más seguro.

DEL BUZON

Estimada señora lucecita56@: Tenga mucha paciencia, lo más probable es que su esposo se haya perdido en la calle a causa del alzheimer, aunque ya hayan pasado 20 años, es posible que un día se acuerde y regrese a su lado. Rece el rosario.


Gracias por sus comentarios y desmentidos, si desea que esta columna le llegue directamente a su correo, escribanos a: ehernandezm03@hotmail.com

Publicado con autorización previa de mi amigo Lalo.

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