sábado, 31 de diciembre de 2011

Oración de fin de año.

Gracias Señor

Por todo cuanto me diste en el año que termina,

Gracias por los días de sol y los nublados tristes, por las tardes tranquilas y las noches oscuras.

Gracias por la salud y por la enfermedad, por las penas y las alegrías.

Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.

Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas.

Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes, por las dificultades y las lágrimas.

Por todo lo que me acercó a Ti

Gracias por haberme conservado la vida, y por haberme dado techo, abrigo y sustento

Gracias Señor. Gracias Señor.

Señor. ¿Qué me traerá el año que empieza? 

Lo que Tú quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo, esperanza para no desfallecer, y caridad para amarte cada día más, y para hacerte amar entre los que me rodean.

Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad, dame Señor, lo que tú sabes que me conviene y yo no sé pedir.

Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.

Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo y concede tu paz al mundo entero. Así sea.

Gracias Señor. Gracias Señor.

Amén.



Tomado de: 


viernes, 30 de diciembre de 2011

El brindis del bohemio. Guillermo Aguirre Fierro.


EL BRINDIS DEL BOHEMIO
Guillermo Aguirre Fierro (Mexicano)
El Paso, Texas 1915

En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.

Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.

Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.

Era curioso ver aquel conjunto,
aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que, melosa y delicada,
la música de un verso.

A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos
del grupo, y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.

Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del "feliz año nuevo" . . .

Una voz varonil dijo de pronto:
- las doce, compañeros;
digamos el "requiescat" por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos . . .

- Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga,
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.

Brindo porque ya hubiere a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza;
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: Mi esperanza.

¡Bravo!, dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y substancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
y brinde por . . . Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso . ...

Bebo y brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía. . .

Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.

-Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.

Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grietas
formadas de metal y de granito,
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata . . .
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!

Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague. ..
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.

Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones, y reir, y todo.

Se brindó por la patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.

Sólo faltaba un brindis, el de Arturo,
el del bohemio puro,
de noble corazón y gran cabeza;
aquel que sin ambages declaraba'
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.

Por todos lados estrechado, alzó la copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento
los inundó en la luz de una mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así, con inspirado acento:

-Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos;
por la mujer que me arrulló en la cuna.

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dió en pedazos
uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dió vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía;
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.

Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella . ..

El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Cartas al cielo. Estrellas en la oscuridad. Eliseo Pérez Huerta


¿Qué quieres de navidad? Mi papá pregunta una y otra vez como si en realidad fuese a hacerme un regalo, ¿Que quiero de navidad? muy buena pregunta. Es fácil descifrar los deseos de los demás, siempre optamos por los mismos regalos de siempre pero..... ¿Qué diablos quiero de navidad? algo que siempre quiero escuchar pero pocas veces sé que contestar.


Entre tantas cosas que pasaban por mi mente me acosté a dormir y soñé que Dios me preguntaba ¿Que quieres de navidad? Mi respuesta fue lo más compleja y a la vez lo más intelectual posible: Quiero algo que permanezca, que no envejezca con el tiempo y que al final del día me haga sentir seguro: Me dijo que ya me había regalado a mis padres y a mis hermanos, que no fuera yo tan caprichoso y entre risas un tanto incómodas me volvió a preguntar: ¿Que quieres de navidad? después de un buen rato le contesté: Quiero alguien que me de fuerzas cuando las necesite y amor cuando mi luz se apague a lo cual con una sonrisa me contestó: Espera, se acerca el amor de tu vida yo personalmente la he puesto en tu camino.

¿Qué quieres de navidad? Y entre tantas nubes en mi cabeza y una que otra telaraña logré encontrar lo que sentí que de alguna manera me hacía falta y antes siquiera de pensar qué decir el Maestro me dijo: Te daré el regalo más preciado que te puedo dar, algo que ni el hombre más rico puede obtener, algo que necesita: fuerza, entrenamiento, precisión pero más que nada, entrega, disciplina, compromiso, lealtad, fuerza y unión. A lo que mi mente comenzó a divagar: ¿Ahora de qué hablas? Me dijo: Ves las estrellas del cielo, son muchas ¿Sabes acaso su nombre? ¿No verdad? Sólo su creador. Así mismo, te doy el regalo de escoger quiénes serán tus estrellas que iluminarán tu cielo, a quiénes podrás nombrar y ver cada que el cielo esté obscuro, ellas brillarán por ti, no son muchas pero no te preocupes, siempre por más nublado que esté el día estarán ahí, esperando que sea la noche para brillar. Yo (Me dijo), les llamo amigos, pero son tus estrellas… puedes llamarles como quieras.