sábado, 29 de enero de 2011

El trabajo invisible. Por: Benjamín A. Dabdoub



Los primeros días en la clase de Derecho Laboral en el Itesm Campus Monterrey con el profesor José Manuel Gómez Porchini, hubo un tema que no se me salía de la cabeza. Este tema trataba sobre los afortunados trabajadores que mantenían un trabajo el tiempo suficientemente extenso para poder recibir una jubilación de la empresa en donde desempeñaron su labor. En México la jubilación no está contemplada en la Ley, pero si sucede en los llamados Contratos Colectivos de Trabajo. Entre estos figuran empresas como PEMEX en conjunto con el Sindicato Petrolero; CFE y el Sindicato de Electricistas así como el IMSS y el sindicato de éste. Estas son unas de las pocas empresas que les ofrecen a sus trabajadores el beneficio de la jubilación.

Este término, poco a poco ha quedado en el olvido. La búsqueda de los patrones por olvidar esto se da con la simple razón de no tener que cargar con una persona por el resto de su vida. Se han dado los casos en donde empresas en la rama de los bancos han hecho lo posible por despedir a sus empleados un par de años antes de su jubilación, con tal de evitar que ésta se dé. Dentro de las opciones que han buscado las grandes empresas está la de pensionar a sus empleados de forma temporal. Esto, a diferencia de la jubilación, lo hacen con el fin de agradecerles por su trabajo pero no de forma permanente sino solamente temporal.

Al ondear en este tema me puse a pensar en lo que será de las personas que me rodean en 20 o 30 años que su vida laboral llegue a su fin por razones naturales como la vejez. Qué harán cuando no tengan la suficiente fuerza de trabajar pero de alguna manera tienen que mantener su casa construida con sus propias manos. Qué comerán cuando llegue ese momento en el cual su cuerpo no de más y no puedan trabajar. Quien será el “hombre de la casa” que traiga el pan de cada día a la mesa. Para muchos, la respuesta de esto es rezarle a Dios que sus hijos, a los que criaron con el poco dinero que les dejaban los diversos trabajos, tengan lo suficiente para poder mantenerlos.

Mary, una trabajadora domestica que ha dejado a su familia en un pequeño pueblo de San Luis Potosí, que ha dejado a sus padres que le dieron vida y la cuidaron por años, que ha dejado a su pequeño hijo de 2 años, Luis, al cuidado de su madre, ha venido a la ciudad en busca de dinero. Sin educación formal, su única opción es el sector de la economía informal del país, aquél sector que es el 10% del PIB o incluso más. Pero es este sector el que menos beneficios tiene a largo plazo. Desde el principio de su trabajo, se cuenta con un contrato informal, no se estipulan días de vacaciones, horas extras, hora de entrada y salida ni cualquier tipo “reglas de juego”. El contrato en este caso es al “hay se va”, dependiendo de cómo se den las cosas, Mary podrá pedir vacaciones con el miedo de ser rechazada. De igual forma, no tendrá ni un tipo de prestaciones o bonos formales, al igual que su contrato esto se dará mientras el tiempo transcurra y el jefe decida si se lo merece o no.

A Mary esto no parece importarle ya que sabe que el dinero que recibirá será suficiente para mandar más del 70% de su salario a sus padres para que puedan seguir viviendo y manteniendo al pequeño Luis, el otro 30% lo usará en sus horas libres que normalmente comienzan el sábado en la tarde y acaban el domingo en la noche. Mary regresa el domingo con apenas 50 pesos de los 1200 con los que había comenzado su fin de semana, y está lista para comenzar una semana más de limpiar baños, trapear y cocinarle a los patrones. Para Mary este trabajo es ideal, no paga impuestos, lo recibe en efectivo y cuenta con casa y comida en donde vivir, pero no todo es tan bonito como suena.

Mary, al igual que millones de trabajadores que desempeñan sus labores en la economía informal, no está incorporada a ningún programa de seguro médico como los son el IMSS, ISSTE, Seguro Médico particular o el Seguro de Salud. Desde que llegó a casa de los Garza, siempre ha sido atendida por el mismo Doctor Garza, su patrón y no ha tenido la necesidad de inscribirse al seguro medico. Está tan cómoda que el dinero que recibe es dinero que manda directamente a su hijo Luis que ya tiene 14 años y está entrando a la secundaria. Lo que Mary no se ha dado cuenta es lo mismo que muchos mexicanos no se percatan y los que sí lo hacen no tienen mucho que pelear. Me refiero a qué hará cuando su cuerpo no tenga la suficiente fuerza para hacer trabajo físico, cuando no pueda llevar a cabo las mismas labores que hacía desde los 25 años en casa de la familia Garza. Es en este punto cuando por alguna razón u otra el Sr. Garza decide darle la despedida de sus labores en la casa, claro, sin antes compensarle con una muy buena cantidad de dinero y haciéndola firmar un contrato en donde las dos partes terminan en buenos términos y no habrá opción de una demanda para Mary.

Aún más triste, Mary sabe que lo ha dado todo y su cuerpo ya no puede más, a sus 60 años y con más de 30 años laborando en casa de sus ahora ex patrones, ella sabe que es hora de descansar. Su hijo Luis ha logrado conseguir un trabajo en una fábrica y con esto está viviendo en una casita con su familia, viviendo de forma apretada pero sobreviviendo. Por los primero años todo va bien para Mary pero de pronto en una caída en su pueblo, se rompe la cadera, al llegar al hospital y no contar con seguro social no tiene nada que hacer más que desembolsar más de la mitad de lo que le habían dado. Al igual que este accidente las enfermedades no se hacen esperar, poco a poco Mary se ha quedado sin nada. Todos los beneficios que tenía se han transformado en pesadilla. No tiene ingreso, no tiene seguro social, no está jubilada y no tiene como mantenerse. Los problemas han comenzado para ella y, como Mary, hay un millón 783 mil 722 personas que desempeñan actividades y servicios en los hogares con un promedio de 38 años1. Todas ellas afrontaran en algún punto el mismo problema de Mary.

En los 13 artículos que la ley Federal del Trabajo dedica a las empleadas domésticas no les garantiza la salud, alimentación ni derechos laborales. La mayoría de las veces, sin seguridad social, sin sistema de ahorro para el retiro, sin posibilidades de jubilación, sin oportunidad de incapacitarse por enfermedad, sin la certeza de unas vacaciones pagadas, sin pago doble por días festivos, sin crédito para vivienda. Y mucho menos una protección legal2.

Toda su vida, las trabajadoras domesticas han pasado desapercibidas para el gobierno mexicano, ya que como no están registradas en el seguro social y no pagan impuestos por sus ingresos, el gobierno no les da mayor importancia. Es por eso que este tema me causó tanta inquietud, ya que no logro descifrar el por qué no reciben el reconocimiento que deberían de recibir. Según el Artículo 3º de la Ley Federal del Trabajo, dice que “el trabajo es un derecho y un deber sociales. No es artículo de comercio, exige respeto para las libertades y dignidad de quien lo presta y debe efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la salud y un nivel económico decoroso para el trabajador y su familia”3, el trabajo de personas como Mary debe ser considerado en su totalidad bajo esta ley y promulgar la necesidad de prestaciones como las del seguro social de manera obligatoria. Dentro del artículo 337 en el cual se mencionan las obligaciones del patrón, en ningún momento se menciona aquellas de un seguro social, bonos, vacaciones o cualquier tipo de dinero fuera de su salario3.

Es necesario para México y para los trabajadores domésticos el trato equitativo como el que se le da a los demás trabajadores, ya que ellos también desempeñan un trabajo digno y de respetarse. Yo creo que una solución viable a este problema es la creación de un sindicato de trabajadores domésticos en donde impongan condiciones como las del seguro social y que de la misma forma, se forme un fondo en donde existan pensiones o sistemas de jubilación. Con la cantidad de personas dedicadas a esta profesión, el poder que pudiera tener este sindicato fuera enorme.

Al pasar del tiempo yo estoy seguro que algo como lo comentado anteriormente se dará, ya que cada día nos hacemos más conscientes de la equidad entre las personas y sus trabajos. Y sabes que para que México salga adelante tenemos que seguir mejorando y actualizando la Ley Federal de Trabajo.




1: [1] Fuente: Ruiz Miriam, Información producida por CIMAC, Comunicación e Información de la mujer; julio 2004; México, D.

2: LAS TRABAJADORAS DOMESTICAS EN MÉXICO; María Teresa Gordillo Espinosa

3: Ley Federal del Trabajo


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