jueves, 18 de septiembre de 2014

“Los Antecedentes Históricos de los Sindicatos en México” Blas Flores



 “El sindicalismo mexicano, tiene sus orígenes en las primeras décadas del siglo XX, cuando la lucha revolucionaria estableció finalmente en la constitución, el derecho de la libertad de asociación. Desde entonces y con apoyo de los gobiernos federales el sindicalismo en México conformó lentamente grupos representativos de diferentes gremios en el país”[1].

El fin primordial del sindicalismo mexicano es “el defender los derechos laborales de sus agremiados”[2], en función de los cambios, políticos, sociales y económicos que se van presentando conforme pasa el tiempo. En ese sentido, de los años 30 a los años 80, el movimiento sindical tuvo grandes logros que se instituyeron en la Ley Federal del Trabajo.

Pueden agregarse otros logros que fueron originándose de la relación entre los grupos sindicales y el gobierno, como días de descanso obligatorio, las prestaciones que amparan la participación en utilidades, periodos vacacionales pagados, derecho a la seguridad social, entre otros que se han conservado, e incluso sobrepasado en el caso de algunos gremios.

¿Pero cómo es que llega a México este tipo de asociación y cuál fue el ejemplo que siguieron los trabajadores de esa época para crear los sindicatos?

La principal fuente de inspiración o el antecedente fundamental para la creación de los sindicatos en México fue la revolución industrial.

 “Los orígenes del sindicalismo, se originan con la revolución industrial en el siglo XVIII, la máquina ahora sustituye al trabajador, la fábrica es ahora quien ocupa el lugar de un simple taller, y ya no basta la producción del mercado local, sino que ésta se transforma en producción para el mercado de todo el mundo”[3].

Todo esto trae consigo un sin fin de abusos de parte de los patrones hacia con sus trabajadores, la ambición de querer más y de ganar posiciones en el mercado hace que los trabajadores sufran condiciones de trabajo inhumanas en donde, se encuentran entre la espada y la pared, ya que si protestan serían corridos de la fabrica y mucha gente necesitada con gusto ocuparía su lugar.

Estas grandes ganancias de las industrias se obtienen al precio del sufrimiento de la clase obrera, vivían en pésimas condiciones de trabajo y tanto la moralidad, la higiene, la seguridad y salud, no causaban ninguna preocupación al empresario. Las mujeres y niños eran explotados sin piedad y se les destinaban los trabajos más duros y humillantes, exponiendo sus vidas.

Para el Estado los trabajadores representaban una forma de lograr grandes cantidades de dinero y el gobierno sabe que la única posibilidad que tiene el obrero para transformarse en una amenaza real es la unión, la posibilidad de asociarse, en defensa de sus intereses laborales y esto era justamente a lo que se oponía el gobierno al no permitir dichas asociaciones. Dada esta situación y la imposibilidad legal de que los trabajadores se agrupen en defensa de sus intereses, optan por iniciar el movimiento a escondidas.

Sin embargo, en el siglo XIX, las masas obreras con sus movimientos clandestinos, comienzan a salir a la luz y ser identificadas, en un principio se manifiestan en forma de huelga, posteriormente se da la agrupación de obreros de una misma fábrica.

“Después vendrían las formaciones de sociedades de resistencia, con objetivos de imponer por coacción moral o física al resto de los trabajadores, al paro colectivo de la especialidad laboral, que culminan con la auténtica aparición del sindicalismo, que se presenta con una estructura más evolucionada”[4]. Se presentan con una gran diversificación de oficios e industrias, que buscan un lugar legalmente en la sociedad.

Poco a poco en todo Europa las reacciones y demandas de los trabajadores son escuchadas. Para el gobierno y las industrias es imposible seguir negando el derecho de los trabajadores de agruparse y unirse. 

Una de las principales acciones que detonaron la creación legal de los sindicatos la encontramos en 1824, cuando por la fuerte presión de la sociedad, el parlamento británico deroga las “Combination Acts”, leyes que prohibían las organizaciones obreras. En 1829, Robert Owen, uno de los fundadores del socialismo moderno, crea las primeras cooperativas, que eran sociedades industriales de trabajadores. En los años de la década de 1830 aparecen las primeras organizaciones obreras agrupando a los trabajadores según su oficio. En Inglaterra tomaron el nombre de “trade-unions”.

Ya no eran solo los gremios los que clamaban por reformas laborales más humanas, retribuciones más acordes con un mínimo de vida respetable, sino que la prensa, las sociedades con fines de reforma, comenzaron a criticar al gobierno y exigían que se modificaran las leyes que prescribían los sindicatos.

“En el siglo XIX en sus inicios, es cuando el sindicalismo por su propia fuerza, opta por salir de la clandestinidad y busca un lugar en la estructura jurídico-social imperante, fortalecida sin duda por las premisas de la Revolución Francesa de 1848 y el auge de las ideas contenidas en el Manifiesto Comunista de Carlos Marx y Federico Engels”[5].

Es así, como en México llegan las primeras apariciones de lo que serían los sindicatos y lo vemos a partir del 16 de septiembre del año de 1872, cuando se funda la primera asociación de tipo profesional, círculo de obreros. Esta organización llegó a contar en sus filas al mes de octubre de 1874, con 8000 trabajadores, en su gran mayoría eran artesanos y obreros de hilados y tejidos. “El 5 de marzo de 1874 fue fundada la Confederación de Asociaciones de Trabajadores de los Estados Unidos Mexicanos, la cual fortaleció la unidad de los trabajadores, constituyéndose en el año de 1890 en la llamada “Orden Suprema de Empleados Ferrocarrileros Mexicanos, la Unión de Mecánicos Mexicanos, La Sociedad de Hermanos Calderos Mexicanos, la Liga Mexicana de Empleados del Ferrocarril y otras más”.[6]

En Cananea, Sonora se funda la Unión Liberal Humanidad, y en Orizaba, Veracruz, el Gran Círculo de Obreros Libres, ambos organismos fueron los protagonistas de las huelgas de Cananea y Río Blanco. En 1912 se funda el Departamento del Trabajo y se establece la Casa del Obrero Mundial que en 1913, conmemora por primera vez en México, el día 1° de mayo, exigiendo la jornada laboral de 8 horas y el descanso dominical.

A lo largo de estos acontecimientos y logros obtenidos por la clase obrera y trabajadora llega a México el reconocimiento oficial del Estado a este tipo de uniones.

Hasta que en el congreso de 1918 se exigió la reglamentación del artículo 123 de la Constitución, que dice :

“Artículo 123. Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley...
XVI. Tanto los obreros como los empresarios tendrán derecho para coaligarse en defensa de sus respectivos intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales, etc.”[7]

En conclusión podemos observar cómo los diferentes acontecimientos históricos desde la revolución industrial hasta nuestros días, han permitido la creación de derechos que protegen a la clase trabajadora. En la revolución industrial las empresas y fabricas, por su afán de crecer y conquistar mercados, llegaron a descuidar a sus trabajadores exigiéndoles actividades que ponían en riesgo su salud y su calidad de vida en general. Este olvido y sobreexplotación hizo que los trabajadores pusieran un alto a esta situación y exigieran condiciones de trabajo más dignas, logrando la creación de grupos que representaban, defendían los intereses colectivos de los trabajadores ante el patrón y buscaban mejoras en su ambiente de trabajo, formándose así lo que hoy conocemos como los sindicatos.

En nuestro país los derechos de los trabajadores están protegidos y resguardados, como vimos anteriormente, en nuestra Constitución y particularmente en la Ley Federal del Trabajo. En un país democrático como el nuestro, es importante que estos derechos y leyes sean puestos en práctica por las empresas para garantizarle a sus trabajadores condiciones de trabajo dignas y por supuesto que los sindicatos no sean partícipes de actos corruptos, sino que cumplan la verdadera función por la cual se crearon: defender los derechos laborales y conquistar nuevos.




[1] Trueba Urbina, Alberto; Nuevo Derecho del Trabajo; Porrúa; 3° edición; México; p 358
[2] Bermudez Cisneros, Miguel; Las obligaciones en el Derecho del Trabajo; p. 188.
[3] El sindicalismo; Disponible en: http://www.xoc.uam.mx/~orom3192/restomundo/EL%20SINDICALISMO.htm
Fecha de consulta: 7 de septiembre de 2014.
[4] El sindicalismo; Disponible en: http://www.xoc.uam.mx/~orom3192/restomundo/EL%20SINDICALISMO.htm
Fecha de consulta: 7 de septiembre de 2014.
[5] Revolución Francesa de 1848; Disponible en:
Fecha de consulta: 7 de septiembre de 2014.
[6] El sindicalismo; Disponible en: http://www.xoc.uam.mx/~orom3192/restomundo/EL%20SINDICALISMO.htm
Fecha de consulta: 7 de septiembre de 2014.
[7] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

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