sábado, 6 de diciembre de 2014

El valor del Abogado. Lic. Jesús Arturo Vallejo Mauricio




UNA ADECUADA ASESORÍA JURÍDICA ES IGUAL A UN RESULTADO POSITIVO

Pareciere que es fácil, pareciere que todas las personas pueden abogar por los demás, pero ya en la práctica el panorama suele complicarse y ponerse negro ante el conocimiento de una supuesta reacción jurídica.

El cliente suele hacer del conocimiento a su abogado las partes de su narrativa que a él le favorecen; el abogado en la primera plática o encuentro con el cliente encuentra una posible solución a su queja, lo bueno e interesante se da cuando el abogado empieza a redactar su escrito, donde requerirá de todos los detalles –aquello de lo que se llama la letra chiquita- que ayuden y orienten a la redacción de un escrito que debe allegarse a la verdad jurídica y que tiende a tener su objeto primordial de una sentencia, resolución o laudo favorable a su cliente.

Pero hasta ese momento, todo se visualiza que es el mundo de rosa, el panorama se vuelve claroscuro cuando en la solicitud de allegar al abogado de documentos veraces e idóneos, el abogado encuentra que su cliente le ha ocultado varios, eso es igual puntos importantes, para sacar a salvo su asunto, se vuelca en un dilema profesional y debe tomar con crudeza, con seriedad y con reserva su futuro y ética profesional.

Muchos de los abogados, han de realizar maravillas jurídicas queriendo obtener un resultado favorable, aun cuando sabe que su asunto tiende a romper el hilo delgado que lo tenía soportado, eso dependerá que su narrativa y aportación de pruebas que sean contundentes para soportar su dicho la autoridad encuentre la ilación pertinente y eficaz a lo expuesto en juicio, si es así la autoridad competente no tendrá razón alguna para encontrar a verdad legal que ante él se ha accionado.

Lo pésimo y es donde los profesionales encargados de hacer valer un derecho, se aferran exclusivamente a realizar un acto indebido de la ética profesional, que es aprovecharse de la ignorancia del cliente, haciéndole saber que su asunto jurídico se encuentra viento en popa cuando francamente él sabe que no lo va a ganar, pero que ese cliente es potencial para causar y erogar gastos favorables a él, perdiendo de vista que su cliente debe saber desde un inicio los pros y contras del asunto encomendado.

Por otra parte, se encuentra el profesional del derecho, el abogado, que desde un inicio procura irse al extremo y realiza mentalmente muchos panoramas jurídicos para tomar o no la decisión de representar a su cliente ante un tribunal o autoridad administrativa, para ello se conducirá con toda franqueza ante su cliente y advirtiéndole que si dichos argumentos y medios de prueba no son idóneos o no pueden soportarse en juicio, ya sea porque el cliente, de un problema le derivan muchos y que para salvar el principal debe actuar por partes, eso es resolver asuntos que son primordiales y que con ellos se puede dar un favorable resultado al mayor dilema jurídico. Es ahí donde el cliente le suele llamar malo al mejor abogado, ya que lo que busca el cliente es que su asunto se resuelva sin que él tenga la razón. Así mismo es donde los coyotes y abogados sin ética ven su futuro económico, son clientes cautivos para sus finanzas.

Se encuentran por doquier los abogados que buscan clientes desesperados, clientes faltos de conocimientos jurídicos pero que ellos expresan con toda la certeza de que tienen la verdad, que el mundo se encuentra confabulado en su contra y que hasta el abogado tiene migas con su rival. Sabiendo de antemano, o ni siquiera se dan cuenta de su realidad, que el cliente ha realizado indebidamente o inadecuadamente sus transacciones, llámese de cualquier naturaleza, que a corto plazo traen las fatales consecuencias en el mundo del derecho.

Tanto el profesional y especializado en materia jurídica, debe comprometer con ser leal a su decálogo que se encuentra activo en su carrera profesional, procurando allegar la verdad y los medios pertinentes y fehacientes a la autoridad que va a conocer de su asunto; de la misma manera podemos expresar que el cliente debe conducirse con toda franqueza y lealtad a su abogado, el cual va a ser su confidente para resolver con acierto su situación que le aqueja, sabiendo de antemano que la experiencia y conocimientos previos de su abogado le han de costar en honorarios y que si desea un abogado que cobre poco, pocas serán sus aspiraciones en obtener un resultado favorable. Debe el cliente saber escuchar y aprender a no suponer que él sabe más que su abogado, de otra forma que mejor se defienda solo y se olvida de realizar actos inadecuados e impertinentes, de igual manera deja de hacer perder el tiempo a su representante jurídico                 

El cliente es importante para el abogado como el abogado es importante para el cliente.

Espero que estas breves líneas sean de su interés, quedo a sus órdenes para seguir creciendo como ciudadanos.

Jesús Arturo Vallejo Mauricio

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