Con
el pasar del tiempo el principiante y aún alumno se va formando, va creciendo y
se va haciendo docto en la materia a la que tanto tiempo ha dedicado. Maestros
van, maestros vienen, pero cada uno con su personalidad y con su forma de
instruir. A veces catalogamos al maestro como el más estricto, amargado,
compasivo y aquél que marca nuestras vidas, el que nos guía, nos instruye y nos
hace pensar, valorar y decidir correctamente.
El
alumno, por lo general, no se da cuenta, no aprecia ni valora el esfuerzo que
realiza el Instructor por acudir a impartir su cátedra, solo pensamos en que
ese ser humano resuelva nuestras dudas sin que nos cueste un momento en
pararnos para prepararnos y con ello ir al aula a resolver lo que es la
verdadera duda, los libros están ahí, pero los alumnos somos tan perezosos que
al ver el libro de texto de la materia lo observamos y tenemos la salida por la
tangente, concibiendo prejuicios de que si el autor es bueno o malo, es más, se
nos hace que el libro se encuentra escrito en una lengua extraña que a la
tercera página lo cerramos y deseamos que el conocimiento se adquiera por osmosis.
Nunca
valoramos si el que acude a esa aula como catedrático ha dormido, ha comido,
tiene problemas familiares o laborales, o si se encuentra bien de salud. Solo
percibimos que es un maestro más que intentará que sus nuevos alumnos puedan
adquirir nuevos conocimientos, sin que ellos realicen su parte, la que se
resume en al menos en conocer la carrera profesional de aquél ser humano que
será nuestro nuevo tutor académico. Claro que no, solo pensamos en las
siguientes interrogantes, ¿será mejor o peor que el anterior?, ¿dejará mucha
tarea?, ¿cómo será su manera de evaluar?, ¿se podrá sobornarlo o será posible
invitarle una comida y con eso bastará para pasar la materia?, ¿sus exámenes
son difíciles?, entre otras.
El
alumno con el pasar del tiempo y ya en su vida profesional, se da cuenta de
cuanta falta le hizo preparar cada materia de su carrera o de su vida de
estudiante. Y es en ese momento donde recuerda a sus maestros más estrictos,
aquellos maestros que por un error de estudio o por el simple hecho de no haber
preguntado por miedo a ser recriminado por sus compañeros dejó pasar la
oportunidad de satisfacer su gran duda. Y es ahí donde el alumno expresa “si le
hubiera puesto atención al maestro esto no sucedería o no estaría batallando en
lo profesional”.
Ah
que grandes son los maestros que nos enseñan, nos inculcan, nos corrigen y nos
castigan por la falta de inspiración y del ímpetu de ir más allá del
conocimiento y del bagaje cultural. Es más fácil recordar a los maestros que
nos enseñaron a que una baja calificación era como un diez, que para obtener
una “A” de aprobatoria no sería tan sencillo, se tenía que esmerar y sacrificar
muchas horas de libertinaje. Que con el pasar del tiempo, las horas de compañía
con los amigos del barrio se veían reducidas y al final de cuentas unos pocos
darían el salto a una vida profesional o fructífera económicamente.
A
los maestros, que han inculcado y han sido parte de nuestra formación sin
exigir mucho son a los que menos recuerda uno, se pierden en la penumbra del
silencio y solo expresamos “que habrá sido de aquél maestro”. Pero de
inmediatamente viene a colación a nuestro viaje de recuerdos los maestros
malos, duros, insistentes y nada tolerantes, en ese momento es cuando el alumno
expresa con toda satisfacción “gracias maestro por haberme inculcado a marchas
forzadas el conocimiento”.
Pero
también es bien cierto que se encuentran aquellos maestros, que solo desean el
hacer la maldad, que no les agrada el alumno que se cree que sabe más que él, que
si el alumno se atreve a exhibirlo ante el grupo, la reprimenda será un cero
“0” o un NA “No Aprobatorio”. Que solo buscan que el alumno le tenga miedo
porque sabe que ya no hay alternativa para el alumno de poder cambiar de
maestro y ante dicho impedimento sabe que el control del grupo será
exclusivamente de él, así que no le resta más que atormentar a sus alumnos. Al
final del curso, el alumno, ni aprendió nada de la materia porque el maestro no
dejó que el alumno hiciere preguntas de cualquier tipo, con el temor de que
aquel alumno hiciere una pregunta que ni el propio maestro comprendería. Mire
que si los hay.
Así
mismo, el alumno se topa con maestros que son toda una magistratura en el arte
de la docencia, mismo que lo demuestran con la técnica de lo inusual en su
exposición, se respira un ambiente de camaradería y compañerismo en el aula, que se desarrolla y desenvuelve ante el grupo
con una facilidad impresionante, con una sonrisa y con una elocuencia que no
hace falta que el alumno deba tomar notas durante su magnífica exposición;
aquel maestro que imbuye al alumno a crear su propia metodología de estudio;
aquel maestro que exhorta al alumno a que deba prepararse a diario, para con
ello acudir al aula con las preguntas correctas y precisas sin divagar en
supuestos académicos de la materia, que induce al alumno a cuestionar todo, a
no darse por satisfecho por lo que un libro expresa sino que investigar en las
fuentes que sean posibles para llegar a una conclusión personal, que se debe
conocer de toda materia para ser un alumno íntegro y con cultura general, que
hay que hacerse como propósito personal el hábito de la lectura en la que el
alumno incursionará en un viaje del bagaje cultural de las palabras y de
exposición de casos que posiblemente en su futuro profesional podrán ser de
gran ayuda.
Los
alumnos nos encontramos con maestros, que la verdad son pena ajena a la
profesión, como aquellos que buscan un provecho físico-carnal, los que se
venden como mercenarios por un artículo de comercio, aquellos que buscan
sociabilizar con el alumno en lugares no apropiados y fuera de la institución;
a esos maestros tarde o temprano les reluce el cobre de maestro pirata, porque
van por ganarse aparte de su salario un plus, sea éste físico, de diversión incoherente
o de comercio y que al final de cuentas su vocación no era ser docente sino ser
oportunista del momento.
Otra
forma de experimentar las vivencias de ser alumno es cuando al aula se presenta
el maestro que en realidad ya no cuenta con otra alternativa que ser maestro
para ganarse unos centavos, cometiendo errores garrafales a la hora de impartir
su cátedra y siempre mal humorados porque su ejercicio profesional lo
vislumbran truncado, observando que su mundo se derrumba al formar parte de una
plantilla de maestros que no tienen otra opción que ser parte de una nómina en
una institución educativa.
Hoy
en su día, me permito hacer extensiva una enorme felicitación a todos mis
maestros que han forjado en su servidor lo que hoy apenas empiezo a diluir de
sus sabios consejos, de su instrucción, de su tiempo que me brindaron y me
siguen brindando algunos, por su paciencia y comprensión y sobre todo porque creyeron
y siguen creyendo en que algún día podré retribuirles su sutileza de
instrucción educativa. A todos muchas gracias y que Dios los bendiga por ser
los maestros que México requiere y necesita actualmente. Estoy en contra que
las instituciones privadas por el simple hecho de pagar te regalen el título,
que será de esos alumnos y de nuestro país.
Agradecimientos
a mis maestros que han marcado mi vida y que me permito mencionar con mucho
cariño, aunque en algunos no me acuerde de sus nombres completos. Primaria:
Mtra. Carmelita; Mtro. Celestino y Juanito. Secundaria: Mtras. Carmelita,
Araceli, Ana Bertha, Mtros. Antonio, Germán. Silvestre, Martín. Director de
secundaria Raymundo. Preparatoria: Mtros. Jesús Iturralde Olvera, Demetrio,
Francisco Xavier Hernández Hernández (QED), Jorge Hernández Palma, Braulio Guerra Malo (QED). Coordinadora del
Plantel Norte, Mtra. Martha Valerio. Licenciatura:
Mtro. Jesús Garduño Salazar, Dra. Martha Elena Soto Obregón, Mtro. Rodolfo Vega
Hernández, Dr. Oscar Guerra Becerra, Mtro. Everardo Pérez Pedraza, Mtro. Luis
Silviano Cajiga Morales. Profesional: José Manuel Gómez Porchini.
A
ustedes eternamente agradecido por su confianza depositada y con vehemencia e
invaluable impulso hacia los estudiantes, procurando ser siempre humildes y ser
mejores cada día como personas humanas y profesionales.
Espero
que estas breves líneas sean de su interés, quedo a sus órdenes para seguir
creciendo como ciudadanos.
Jesús
Arturo Vallejo Mauricio