martes, 26 de mayo de 2015

Carta a un Maestro. Jesús Arturo Vallejo Mauricio




Con el pasar del tiempo el principiante y aún alumno se va formando, va creciendo y se va haciendo docto en la materia a la que tanto tiempo ha dedicado. Maestros van, maestros vienen, pero cada uno con su personalidad y con su forma de instruir. A veces catalogamos al maestro como el más estricto, amargado, compasivo y aquél que marca nuestras vidas, el que nos guía, nos instruye y nos hace pensar, valorar y decidir correctamente.

El alumno, por lo general, no se da cuenta, no aprecia ni valora el esfuerzo que realiza el Instructor por acudir a impartir su cátedra, solo pensamos en que ese ser humano resuelva nuestras dudas sin que nos cueste un momento en pararnos para prepararnos y con ello ir al aula a resolver lo que es la verdadera duda, los libros están ahí, pero los alumnos somos tan perezosos que al ver el libro de texto de la materia lo observamos y tenemos la salida por la tangente, concibiendo prejuicios de que si el autor es bueno o malo, es más, se nos hace que el libro se encuentra escrito en una lengua extraña que a la tercera página lo cerramos y deseamos que el conocimiento se adquiera por osmosis.

Nunca valoramos si el que acude a esa aula como catedrático ha dormido, ha comido, tiene problemas familiares o laborales, o si se encuentra bien de salud. Solo percibimos que es un maestro más que intentará que sus nuevos alumnos puedan adquirir nuevos conocimientos, sin que ellos realicen su parte, la que se resume en al menos en conocer la carrera profesional de aquél ser humano que será nuestro nuevo tutor académico. Claro que no, solo pensamos en las siguientes interrogantes, ¿será mejor o peor que el anterior?, ¿dejará mucha tarea?, ¿cómo será su manera de evaluar?, ¿se podrá sobornarlo o será posible invitarle una comida y con eso bastará para pasar la materia?, ¿sus exámenes son difíciles?, entre otras.

El alumno con el pasar del tiempo y ya en su vida profesional, se da cuenta de cuanta falta le hizo preparar cada materia de su carrera o de su vida de estudiante. Y es en ese momento donde recuerda a sus maestros más estrictos, aquellos maestros que por un error de estudio o por el simple hecho de no haber preguntado por miedo a ser recriminado por sus compañeros dejó pasar la oportunidad de satisfacer su gran duda. Y es ahí donde el alumno expresa “si le hubiera puesto atención al maestro esto no sucedería o no estaría batallando en lo profesional”.

Ah que grandes son los maestros que nos enseñan, nos inculcan, nos corrigen y nos castigan por la falta de inspiración y del ímpetu de ir más allá del conocimiento y del bagaje cultural. Es más fácil recordar a los maestros que nos enseñaron a que una baja calificación era como un diez, que para obtener una “A” de aprobatoria no sería tan sencillo, se tenía que esmerar y sacrificar muchas horas de libertinaje. Que con el pasar del tiempo, las horas de compañía con los amigos del barrio se veían reducidas y al final de cuentas unos pocos darían el salto a una vida profesional o fructífera económicamente.

A los maestros, que han inculcado y han sido parte de nuestra formación sin exigir mucho son a los que menos recuerda uno, se pierden en la penumbra del silencio y solo expresamos “que habrá sido de aquél maestro”. Pero de inmediatamente viene a colación a nuestro viaje de recuerdos los maestros malos, duros, insistentes y nada tolerantes, en ese momento es cuando el alumno expresa con toda satisfacción “gracias maestro por haberme inculcado a marchas forzadas el conocimiento”.

Pero también es bien cierto que se encuentran aquellos maestros, que solo desean el hacer la maldad, que no les agrada el alumno que se cree que sabe más que él, que si el alumno se atreve a exhibirlo ante el grupo, la reprimenda será un cero “0” o un NA “No Aprobatorio”. Que solo buscan que el alumno le tenga miedo porque sabe que ya no hay alternativa para el alumno de poder cambiar de maestro y ante dicho impedimento sabe que el control del grupo será exclusivamente de él, así que no le resta más que atormentar a sus alumnos. Al final del curso, el alumno, ni aprendió nada de la materia porque el maestro no dejó que el alumno hiciere preguntas de cualquier tipo, con el temor de que aquel alumno hiciere una pregunta que ni el propio maestro comprendería. Mire que si los hay.   

Así mismo, el alumno se topa con maestros que son toda una magistratura en el arte de la docencia, mismo que lo demuestran con la técnica de lo inusual en su exposición, se respira un ambiente de camaradería y compañerismo en el  aula,  que se desarrolla y desenvuelve ante el grupo con una facilidad impresionante, con una sonrisa y con una elocuencia que no hace falta que el alumno deba tomar notas durante su magnífica exposición; aquel maestro que imbuye al alumno a crear su propia metodología de estudio; aquel maestro que exhorta al alumno a que deba prepararse a diario, para con ello acudir al aula con las preguntas correctas y precisas sin divagar en supuestos académicos de la materia, que induce al alumno a cuestionar todo, a no darse por satisfecho por lo que un libro expresa sino que investigar en las fuentes que sean posibles para llegar a una conclusión personal, que se debe conocer de toda materia para ser un alumno íntegro y con cultura general, que hay que hacerse como propósito personal el hábito de la lectura en la que el alumno incursionará en un viaje del bagaje cultural de las palabras y de exposición de casos que posiblemente en su futuro profesional podrán ser de gran ayuda.

Los alumnos nos encontramos con maestros, que la verdad son pena ajena a la profesión, como aquellos que buscan un provecho físico-carnal, los que se venden como mercenarios por un artículo de comercio, aquellos que buscan sociabilizar con el alumno en lugares no apropiados y fuera de la institución; a esos maestros tarde o temprano les reluce el cobre de maestro pirata, porque van por ganarse aparte de su salario un plus, sea éste físico, de diversión incoherente o de comercio y que al final de cuentas su vocación no era ser docente sino ser oportunista del momento.

Otra forma de experimentar las vivencias de ser alumno es cuando al aula se presenta el maestro que en realidad ya no cuenta con otra alternativa que ser maestro para ganarse unos centavos, cometiendo errores garrafales a la hora de impartir su cátedra y siempre mal humorados porque su ejercicio profesional lo vislumbran truncado, observando que su mundo se derrumba al formar parte de una plantilla de maestros que no tienen otra opción que ser parte de una nómina en una institución educativa.

Hoy en su día, me permito hacer extensiva una enorme felicitación a todos mis maestros que han forjado en su servidor lo que hoy apenas empiezo a diluir de sus sabios consejos, de su instrucción, de su tiempo que me brindaron y me siguen brindando algunos, por su paciencia y comprensión y sobre todo porque creyeron y siguen creyendo en que algún día podré retribuirles su sutileza de instrucción educativa. A todos muchas gracias y que Dios los bendiga por ser los maestros que México requiere y necesita actualmente. Estoy en contra que las instituciones privadas por el simple hecho de pagar te regalen el título, que será de esos alumnos y de nuestro país.

Agradecimientos a mis maestros que han marcado mi vida y que me permito mencionar con mucho cariño, aunque en algunos no me acuerde de sus nombres completos. Primaria: Mtra. Carmelita; Mtro. Celestino y Juanito. Secundaria: Mtras. Carmelita, Araceli, Ana Bertha, Mtros. Antonio, Germán. Silvestre, Martín. Director de secundaria Raymundo. Preparatoria: Mtros. Jesús Iturralde Olvera, Demetrio, Francisco Xavier Hernández Hernández (QED), Jorge Hernández Palma, Braulio Guerra Malo (QED). Coordinadora del Plantel Norte, Mtra. Martha Valerio.  Licenciatura: Mtro. Jesús Garduño Salazar, Dra. Martha Elena Soto Obregón, Mtro. Rodolfo Vega Hernández, Dr. Oscar Guerra Becerra, Mtro. Everardo Pérez Pedraza, Mtro. Luis Silviano Cajiga Morales. Profesional: José Manuel Gómez Porchini.

A ustedes eternamente agradecido por su confianza depositada y con vehemencia e invaluable impulso hacia los estudiantes, procurando ser siempre humildes y ser mejores cada día como personas humanas y profesionales.

Espero que estas breves líneas sean de su interés, quedo a sus órdenes para seguir creciendo como ciudadanos.

Jesús Arturo Vallejo Mauricio

1 comentario:

  1. Lic. Vallejo: Muchas gracias, de todo corazón por aparecer en su lista. Muchas gracias!!

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