miércoles, 5 de agosto de 2015

Ausencia de valores en lo laboral. Lic. Jesús A. Vallejo Mauricio



Algo que me tiene sorprendido, es el hecho ocurrido con un empleado que labora como maletero en la central de autobuses de Nuevo León, al expresar con euforia la siguiente expresión: “como no me dio propina el señor, no tengo porque cuidar de su maleta”. Dentro del sector público lo es cuando una servidora expresa “como el abogado no me cae bien, no puedo agilizar su trámite”.

Ambas expresiones son aberrantes, falto de profesionalismo e inconcebibles, en el primer caso para un cliente y en el segundo caso para el usuario-ciudadano.

Al pasar del tiempo, los empleados han perdido de vista lo importante de otorgar un servicio de calidad es producto de le pésima decisión por contratar a trabajadores que no cumplen los requisitos esenciales de la empresa; para que la parte patronal contrate los servicios de un tercero, debe procurar analizar con cautela que tipo de operario desea contratar, este complicado paso, y que la mayoría de los contratantes lo dirigen con su personal de Recursos Humanos, debe ser esencial para el futuro próspero de la misma.

Entre los tantos requisitos que la empresa debe valorar y analizar serían: la identidad del trabajador hacia la empresa, la dedicación y profesionalismo en sus obligaciones diarias, el compañerismo, la lealtad al patrón y a sus deberes. Las obligaciones del patrón hacia su trabajador serían el respeto, el pago de un salario digno, decoroso y sustentable y el otorgamiento de la garantía constitucional de la seguridad social.

No es concebible, que cada día el cliente o usuario-ciudadano deba de visualizar cómo los empleados se mofan de su empleo, perdiendo el piso en su indebido actuar; ello puede desprenderse por varios factores, mismos que repercuten en la esfera de terceros y hasta en la convivencia del hogar.

Es cierto, que actualmente las condiciones laborales han mutado, trasladando directa o indirectamente el descontento de la clase obrera hacia los destinatarios que solicitan de los servicios de la empresa. Estos factores de inestabilidad emocional pueden ser producto de una inadecuada formación familiar y cívica, pero aun con una formación profesional vemos que los empleados tienden a ofrecer lo negativo. Por tal motivo, lo que podemos resumir como factor determinante para la estimulación por parte de una empresa con sus empleados es la generación de una constante capacitación y el pago remunerado por dicha prestación del servicio.

La ausencia de valores en una relación laboral trae como consecuencia la pésima calidad en el servicio por parte de los empleados hacia los consumidores finales, sean del sector privado o del público. En ocasiones, la empresa decide contratar los servicios de una persona que cubre el perfil, pero con el transcurso del tiempo el empleado abusa de sus facultades, realizando actos que van en detrimento del patrimonio económico y social de la empresa. Pero como en todas las materias, existe el facto del “pero”, que se pueden traducir en muchas ocasiones en la falta de oportunidad por parte del patrón o sus encargados hacia el trabajador para ascender dentro de la estructura interior de la empresa, recibir emolumentos por los servicios laborados acordes a la realidad social que se vive en el país, el gozar de las prestaciones legales o extralegales que la norma nacional indica, recibir la educación y capacitación para elevar su calidad de vida y con ello mejorar el servicio hacia los terceros, ajustarse la empresa a los horarios de la jornada laboral sin que éstos excedan de los máximos legales, brindar todos los beneficios de la seguridad social y la atención médica oportuna al trabajador, la correcta aplicación de los medios de esparcimiento de los empleados, entre otras causas.

Esos simples razonamientos son la educación basada en valores, misma que se deben aplicar por los patronos como por los empleados. Como bien lo expresa Juan Carlos Jiménez en su obra “El valor de los valores”, al expresar que “los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.”

Si una persona que en su núcleo familiar y educativo le fueron transmitidos correctamente los valores, su comportamiento y relación con los demás será de respeto así como apreciar que toda conducta tiene una consecuencia. Si obra de mala gana, su consecuencia será que su permanencia en los centros laborales será por un periodo corto, caso contrario sí al realizar con esmero y dedicación sus labores su estabilidad será prolongada.

En contra parte, los empleadores deben valorar que sin empleados eficientes, capacitados y bien retribuidos por su esfuerzo, físico o mental, su objeto social y visión empresarial será vago e impreciso. Ambas fuerzas, patrón y empleado, deben buscar el equilibrio del ímpetu de la estructura en sociedad, basados en valores sociales y en el respeto de los derechos humanos. El uno no puede existir sin el otro. 

Espero que estas breves líneas sean de su interés. Quedo a sus apreciables atenciones.

Jesús Arturo Vallejo Mauricio