Algo
que me tiene sorprendido, es el hecho ocurrido con un empleado que labora como
maletero en la central de autobuses de Nuevo León, al expresar con euforia la
siguiente expresión: “como no me dio propina el señor, no tengo porque cuidar
de su maleta”. Dentro del sector público lo es cuando una servidora expresa
“como el abogado no me cae bien, no puedo agilizar su trámite”.
Ambas
expresiones son aberrantes, falto de profesionalismo e inconcebibles, en el
primer caso para un cliente y en el segundo caso para el usuario-ciudadano.
Al
pasar del tiempo, los empleados han perdido de vista lo importante de otorgar
un servicio de calidad es producto de le pésima decisión por contratar a
trabajadores que no cumplen los requisitos esenciales de la empresa; para que
la parte patronal contrate los servicios de un tercero, debe procurar analizar
con cautela que tipo de operario desea contratar, este complicado paso, y que
la mayoría de los contratantes lo dirigen con su personal de Recursos Humanos,
debe ser esencial para el futuro próspero de la misma.
Entre
los tantos requisitos que la empresa debe valorar y analizar serían: la
identidad del trabajador hacia la empresa, la dedicación y profesionalismo en
sus obligaciones diarias, el compañerismo, la lealtad al patrón y a sus deberes.
Las obligaciones del patrón hacia su trabajador serían el respeto, el pago de
un salario digno, decoroso y sustentable y el otorgamiento de la garantía
constitucional de la seguridad social.
No
es concebible, que cada día el cliente o usuario-ciudadano deba de visualizar cómo
los empleados se mofan de su empleo, perdiendo el piso en su indebido actuar;
ello puede desprenderse por varios factores, mismos que repercuten en la esfera
de terceros y hasta en la convivencia del hogar.
Es
cierto, que actualmente las condiciones laborales han mutado, trasladando
directa o indirectamente el descontento de la clase obrera hacia los destinatarios
que solicitan de los servicios de la empresa. Estos factores de inestabilidad
emocional pueden ser producto de una inadecuada formación familiar y cívica,
pero aun con una formación profesional vemos que los empleados tienden a
ofrecer lo negativo. Por tal motivo, lo que podemos resumir como factor
determinante para la estimulación por parte de una empresa con sus empleados es
la generación de una constante capacitación y el pago remunerado por dicha
prestación del servicio.
La
ausencia de valores en una relación laboral trae como consecuencia la pésima
calidad en el servicio por parte de los empleados hacia los consumidores
finales, sean del sector privado o del público. En ocasiones, la empresa decide
contratar los servicios de una persona que cubre el perfil, pero con el
transcurso del tiempo el empleado abusa de sus facultades, realizando actos que
van en detrimento del patrimonio económico y social de la empresa. Pero como en
todas las materias, existe el facto del “pero”, que se pueden traducir en
muchas ocasiones en la falta de oportunidad por parte del patrón o sus encargados
hacia el trabajador para ascender dentro de la estructura interior de la
empresa, recibir emolumentos por los servicios laborados acordes a la realidad
social que se vive en el país, el gozar de las prestaciones legales o
extralegales que la norma nacional indica, recibir la educación y capacitación
para elevar su calidad de vida y con ello mejorar el servicio hacia los
terceros, ajustarse la empresa a los horarios de la jornada laboral sin que
éstos excedan de los máximos legales, brindar todos los beneficios de la
seguridad social y la atención médica oportuna al trabajador, la correcta
aplicación de los medios de esparcimiento de los empleados, entre otras causas.
Esos
simples razonamientos son la educación basada en valores, misma que se deben
aplicar por los patronos como por los empleados. Como bien lo expresa Juan
Carlos Jiménez en su obra “El valor de los valores”, al expresar que “los
valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en
función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos
ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un
comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.”
Si
una persona que en su núcleo familiar y educativo le fueron transmitidos
correctamente los valores, su comportamiento y relación con los demás será de
respeto así como apreciar que toda conducta tiene una consecuencia. Si obra de
mala gana, su consecuencia será que su permanencia en los centros laborales
será por un periodo corto, caso contrario sí al realizar con esmero y
dedicación sus labores su estabilidad será prolongada.
En
contra parte, los empleadores deben valorar que sin empleados eficientes,
capacitados y bien retribuidos por su esfuerzo, físico o mental, su objeto
social y visión empresarial será vago e impreciso. Ambas fuerzas, patrón y
empleado, deben buscar el equilibrio del ímpetu de la estructura en sociedad, basados
en valores sociales y en el respeto de los derechos humanos. El uno no puede
existir sin el otro.
Espero
que estas breves líneas sean de su interés. Quedo a sus apreciables atenciones.
Jesús
Arturo Vallejo Mauricio
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