Hace algunos años, la mujer siempre se
encontraba por debajo del hombre en aspectos laborales, escolares, en calidad
de vida, y muchos más. Con el paso del tiempo y la evolución de la cultura, se
dice que esto ha cambiado. La mujer tuvo oportunidad de asistir a la escuela,
tener derecho al voto, y comenzó a tener presencia en la vida laboral, sin
embargo, éstos cambios se han presentado de manera diferente dependiendo del
país del que se hable.
Se piensa que actualmente, y casi en todo el
mundo, la mujer y el hombre ahora se encuentran en igualdad de circunstancias
en casi todos los aspectos de la vida, sin embargo, ¿es verdad? A simple vista, y analizando nuestro entorno
de manera general, podríamos decir que sí, sin embargo, si se analiza de manera un poco más minuciosa,
puede que no sea del todo cierto. Un aspecto que considero es de suma
importancia en cuanto a la igualdad de género, y en el cuál se debe prestar
mayor atención, es el laboral.
Al no existir la igualdad de género, estamos
hablando de discriminación. De acuerdo con la OIT, la discriminación implica un
trato diferente a causa de ciertas características como la raza, color o sexo,
y genera un deterioro en la igualdad de oportunidades y trato, a la vez que
fortalece las desigualdades (OIT, 2013). La
discriminación impide que las personas puedan desarrollarse de manera libre y
explotar sus capacidades, conocimientos y habilidades, además de que limita y
trunca las aspiraciones de las personas. La discriminación es a su vez un
comportamiento y/o actitud, que carece del sentido de justicia social,
impidiendo que se pueda dar un ambiente de igualdad.
Por el contrario, la igualdad de género es el
principio que reconoce quelas necesidades y características de mujeres y
hombres son valoradas y tomadas en cuenta de la misma manera, de modo que sus
derechos, responsabilidades y oportunidades no dependen de su sexo (STPS, 2009).
Dentro de la igualdad de género, se
encuentra la igualdad laboral que es el
principio que reconoce las mismas oportunidades y derechos para hombres y
mujeres, así como el mismo trato, en el ámbito laboral, independientemente de
su sexo (STPS, 2009).
En muchas ocasiones, la mujer se encuentra
constantemente por debajo del hombre, siempre bajo la subordinación, mientras
que en otras situaciones, simplemente no se le permite seguir avanzando. Un
importante concepto que llama la atención hoy en día es la existencia del llamado
“techo de cristal”, el cual hace referencia a la falta de igualdad laboral.
El techo de cristal, es un concepto que se fué
creando y tomando importancia a partir de los años 90, mediante estudios de
sociólogos que se fueron interesando por el papel de la mujer en el ámbito
laboral. El techo de cristal constituye una superficie superior invisible, pero
implícita, en la carrera laboral de las mujeres, la cual es difícil de
traspasar y que impide a su vez el avance de éstas (Vallejo de Dios & Martínez Pieza, 2012).
La invisibilidad de éste, está conformada a
base de diferentes límites o barreras no escritas que le son impuestas a las
mujeres y que impiden su avance y fácil acceso a puestos de mayor importancia y
responsabilidad.
A su vez, también se le conoce con el nombre
de “suelo pegajoso” ya que mantiene a las mujeres en la base de la pirámide económica
y laboral, impidiendo que éstas puedan desarrollar sus conocimientos y
profesión de manera libre y con equidad.
El techo de cristal, es un comportamiento o
actitud que no se limita simplemente a un ámbito en específico, sino que se
puede encontrar en diversos ámbitos como el político, empresarial y cultural. A
su vez, dentro de éste tipo de práctica, existe la segregación laboral tanto
vertical como horizontal. La horizontal es aquella que alude a la concentración
de las mujeres en ocupaciones consideradas femeninas, mientras que la vertical
es aquella que alude a la menor presencia relativa de las mujeres a medida que
se asciende en la estructura ocupacional (OIT, Combatiendo la desigualdad desde lo básico, 2012).
Ésto nos quiere decir, que hay desigualdad laboral hacia la mujer de diversas
maneras, ya sea impidiéndole que pueda ascender de puesto, o encomendándole
tareas que se consideran únicamente para mujeres.
A pesar de la aún existente desigualdad
laboral entre hombres y mujeres, alrededor del mundo se han realizado acciones
a favor de la equidad de género. En el 2010, la ONU creó ONU Mujeres,
organización de las Naciones Unidas que se dedica a promover la igualdad de
género y el empoderamiento de la mujer, buscando mejorar las condiciones de
vida de éstas y responder a sus necesidades (Women, 2013).
La Convención sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer, busca eliminar la discriminación
contra la mujer, y establece que se adoptarán medidas apropiadas para eliminar
la discriminación en el ámbito laboral asegurando los mismos derechos para la
mujer en cuanto a oportunidades, ascensos laborales, prestaciones y seguridad
social, igualdad de remuneración, etc. (STPS, 2009).
Por su parte, en México, la Secretaría del
Trabajo y Previsión Social desarrolló la Norma Mexicana para la Igualdad
Laboral entre Hombres y Mujeres, la cual incluye indicadores, prácticas y
acciones para fomentar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres,
sin importar sexo, género, estado civil, lengua, entre otras. Busca también la
igualdad e inclusión laborales, a través de la creación de condiciones para el
trabajo digno, bien remunerado, así como libre de discriminación, que permita
que tanto hombres como mujeres puedan realizarse profesionalmente (STPS, 2009).
Ahora bien, a su vez, además de la creación de
organizaciones a favor de la igualdad de género en el ámbito laboral, en México
también se cuenta con leyes que buscan a su vez proteger y respaldar esta
práctica.
En el artículo 123 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, se determina que para trabajo igual, debe corresponder
salario igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad.
La Ley Federal del Trabajo en su artículo 2
dice que se tutela la igualdad sustantiva o de hecho de los trabajadores frente
al patrón, la cual se logra eliminando la discriminación contra las mujeres, y
que supone el acceso a las mismas oportunidades, considerando las diferencias
biológicas, sociales y culturales de hombres y mujeres. Por su parte, en el
artículo 86 también se menciona que a trabajo igual, debe corresponder salario
igual (Ley Federal del Trabajo, 2012).
Sin embargo, aún cuando existan leyes y
organizaciones que buscan promover la igualdad de género en el ámbito laboral y
el cuidado y la protección de la mujer, la mayor parte de las veces ésto no se
lleva a cabo. Aún cuando todo esté escrito y las organizaciones sean formales,
una cosa es decirlo y otra hacerlo. El que se obligue a las personas mediante
las leyes a que haya una igualdad laboral, no implica que ésta exista.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de
las Mujeres, la participación de éstas en el porcentaje de personas
económicamente activas aumentó de 36.8 a 41.4%, mientras que la de hombres se
redujo de 82.1 a 78.2% (Instituto Nacional de las Mujeres, 2008).
Por su parte, el ingreso es uno de los rubros
en donde más desigualdad se puede percibir y en donde mayor se marca ésta, ya
que una proporción importante de mujeres trabaja sin recibir pago alguno. El
10.4% de las mujeres no reciben pago por su trabajo, mientras que solamente el
5% de los hombres se encuentran en esta situación (Instituto Nacional de las
Mujeres, 2008).
A pesar del incremento de la participación
femenina en el área laboral, su participación sigue estando por debajo del
hombre debido a discriminación en diversos ámbitos.
Por su parte, información sobre el trabajo
remunerado al año 2007, revela que la mitad de las mujeres que trabajan y
reciben un pago, ganan como máximo 2 salarios mínimos, mientras que en los
hombres esto es solamente al 32.3%, diferencias que surgen principalmente
debido al número de horas que cada uno dedica al trabajo. El ingreso promedio
por hora trabajada de un hombre es de 31.46, mientras que el de una mujer es de
31.94, de acuerdo con datos al 2013 (Instituto Nacional de las Mujeres, 2013).
Ahora bien, de acuerdo con los datos
anteriores, pudimos observar cómo es que la mujer se enfrenta constantemente a
discriminación laboral de diversas maneras. Ésto, funciona como causa y
consecuencia del techo de cristal, situación en la que la mujer se encuentra
limitada en su empleo.
De acuerdo con Burn, siete son las causas
principales que explican el techo de cristal:
- La extendida creencia de que la mujer aporta menos capital humano o recursos a las instituciones
- La percepción de que la mujer no dirige tan bien como los hombres
- La persistencia de estereotipos acerca de los atributos personales de las mujeres
- Existencia de organizaciones cuyas normas favorecen la contratación y ascenso de los hombres
- Percepción por parte de los hombres de que el compromiso femenino primario está en la casa y con la familia
- Persistencia de instituciones en donde a las mujeres no se les permite acceder a experiencias que les permitan avanzar en la organización
- Existencia de organizaciones que dificultan la movilidad ascendente de las mujeres
(Vallejo de Dios & Martínez Pieza, 2012)
Lo anterior, solamente nos muestra algunas de
las que se creen son las principales causas de la existencia del techo de
cristal, sin embargo, aún hay muchas más, como por ejemplo, el hecho de que
muchas veces la mujer solamente tiene un trabajo parcial, debido a que divide
su tiempo también en el ámbito familiar, lo que le puede impedir ascender en la
estructura de la organización, sin embargo éstas causas pueden variar.
Cabe mencionar, que a pesar de que existen
muchas desigualdades en el ámbito laboral aún actualmente, por ejemplo en
cuanto a la segregación laboral, los estereotipos sexuales, y la poca
diversidad laboral, se han logrado diversos progresos en cuanto a la
participación de la mujer en el trabajo remunerado en los últimos años.
Aún así, la discriminación sigue formando
parte de nosotros, tal y como mencionó en el 2011 Javier Lozano, quien era el
actual Secretario de Trabajo y Previsión
Social: “Sin duda existe un sesgo discriminatorio que persiste en el ámbito
laboral, donde las condiciones económicas negativas y los recortes de personal
afectan más a las mujeres que a los hombres” (Notimex, 2011).
Es importante a su vez mencionar, que la
igualdad en el empleo, no solamente permite un ambiente de mayor justicia y
equidad en la organización, sino que permitirá que ésta tenga un mejor
desempeño en el mercado, ya que es una organización que permite que todos sus
empleados sin importar género, desarrollen al máximo sus capacidades,
conocimientos y habilidades, logrando no solo beneficiarse a sí mismos, sino
también a la empresa en sí.
En acuerdo con ésto, mencionó en el 2012
Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres: “Garantizar la igualdad
de oportunidades para mujeres y hombres no sólo es una medida justa, es también
una estrategia económica rentable”, y continuó: “Si bien las mujeres
contribuyen a la economía y a la productividad en todo el mundo, siguen enfrentando
muchos obstáculos que les impiden realizar su pleno potencial económico. Esto
no sólo inhibe a las mujeres, además frena el rendimiento económico y el
crecimiento” (OIT Noticias, 2012).
Es necesario, que todos tomemos consciencia de
éste asunto y conozcamos la importancia de ello. No podemos mantenernos ajenos
a éste hecho, y pretender que no existe. El techo de cristal sí existe, y está
aún presente actualmente.
Debemos tomar acciones en contra de la
existencia de éste comportamiento tan bajo. No es preciso que nos mantengamos
al margen y nos conformemos con el hecho de que existan leyes y organizaciones
que buscan impedir estos actos. Debemos exigirles a las organizaciones y
dependencias de gobierno que busquen mecanismos que apoyen y fomenten la participación
laboral de la mujer de una manera equitativa, manteniendo el derecho de éstas a
poder ascender libremente dentro de la organización, y buscando reducir las
brechas salariales y la segregación laboral en cualquiera de sus formas.
Por nuestra parte, no debemos esperar a que
las autoridades y organizaciones correspondientes actúen, sino que también
debemos comenzar a actuar por nosotros mismos. Gran parte de ésta percepción e
ideología sobre la existencia del techo de cristal, se forma desde los primeros
años de edad, al percibir y presenciar los niños desde pequeños, que existe una
diferencia entre el hombre y la mujer en diversos aspectos, tanto familiares,
como sociales y laborales, cosa que no es verdad.
Una manera de evitarlo, es mediante la educación.
La educación es ésa arma que nos permite estar conscientes de la realidad a
nuestro alrededor y nos evita ser engañados en un futuro. Si desde pequeños, en
las escuelas y en al ámbito familiar, se inculca a los niños que existe una
igualdad entre el hombre y la mujer, esto contribuirá a la existencia de la
misma.
Es ésta igualdad en el trabajo que tanto
buscamos, el centro de la existencia de un trabajo decente. Si tanto nosotros
como las empresas fomentan su existencia, se podrá conseguir un ambiente de
trabajo rodeado de justicia y ética, mismos que permiten a su vez un trabajo
decente, y que permite que las personas desarrollen sus capacidades. Por su
parte, los hombres deben estar conscientes de que el ascenso de una mujer, no
implica una amenaza para ellos, sino una oportunidad de seguir creciendo todos
en conjunto, uniendo fuerzas y complementando conocimientos y habilidades para
beneficio de todos, mientras que las mujeres, si desean que este tipo de
discriminaciones laborales que les impiden ascender terminen, deben comenzar
por tener los conocimientos necesarios para poder desarrollar una vida laboral
satisfactoria, y contar con un buen desarrollo profesional que les permita
desempeñarse a la par de un hombre.
No podemos mantenernos en la oscuridad y la
ignorancia ni permitir que las personas a nuestro alrededor lo estén. Debemos actuar, ¿Y tú, estás dispuesto a
romper estereotipos?
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