Desigualdad
laboral entre hombres y mujeres; raíz, evolución y estragos.
“Hombres, sus derechos
y nada más: mujeres, sus derechos y nada menos”
Susan B.
Anthony, luchadora social estadounidense
Si bien a través
de los años, en el mundo, se han logrado numerables acciones para la protección
y reconocimiento de los derechos de las mujeres; hoy en día, en pleno siglo
XXI, en nuestro México “lindo y querido” la desigualdad de género sigue estando
muy latente. Especialmente en el ámbito laboral que si bien no se da de forma
especialmente notoria, está latente, se conoce, crea indignación… pero, no deja
de existir.
Las mujeres profesionistas en
México, se topan con el llamado “Techo de cristal” que les impide avanzar en su
vida laboral. Como lo menciona Castilla y León, “Su carácter de invisibilidad viene dado por el hecho de que
no existen leyes ni dispositivos sociales establecidos ni códigos visibles que
impongan a las mujeres semejante limitación” (Castilla y León) Es
entonces cuando nace la pregunta, ¿de que está compuesto este llamado “techo de
cristal”?
Para
empezar, México se define como sociedad machista, hay pocos pretextos y
argumentos que lo niegue, sin embargo la definición de una sociedad machista
como tal, no sólo se refiere a la imposición de los hombres por sobre las
mujeres; sino que según los estándares de Hofstede, una sociedad machista no es
necesariamente aquella que reniega de los derechos de las mujeres, si no a la
cual se le observan determinados rasgos que le caracterizan como “de tendencia
masculina” éstas por definición cultural, son aquellos atributos que son
mayormente observados en los hombres, los cuales son, “roles sociales de
competitividad, ambición y asertividad, tradicionalmente asignados al varón”
(Medina)
Es
entonces que para hablar del tema laboral de la desigualdad en el trabajo en
cuanto a hombres y mujeres, es necesario introducir el tema con un poco de
historia y sociología.
Primero
que nada, la incorporación de la mujer al trabajo asalariado fue un fenómeno
que trajo consigo una revolución de genero significativa, esta incorporación se
dio de inicio durante la primera guerra mundial, en donde por falta de hombres
que tradicionalmente ocupaban esos puestos laborales y ahora estaban al frente
de la guerra, se recurre a la contratación de mujeres. Después, este fenómeno se
da con más notoriedad en la segunda guerra mundial, trayendo con sigo cambios
en la estructura de la sociedad como se conocía. Desde estas épocas se empieza
en el mundo, una batalla por los derechos de las mujeres, tanto sociales como
laborales.
En
México, concretamente hablando, los derechos de las mujeres no fueron
reconocidos sino hasta el año 1928 “cuando el Código Civil para el Distrito
Federal, fue reformado para establecer la igualdad jurídica del hombre y la
mujer”. (Roccatti) Sin embargo parece que hoy en día, algunos de estos derechos
existen sólo en la teoría. La cultura de diferenciación de capacidades
laborales entre hombres y mujeres se
basa en un concepto primitivo donde el hombre se cree superior en inteligencia
y capacidades. Y se puede decir que a pesar de tantas luchas por demostrar esta
ideología falsa, todavía quedan rastros de esa sociedad patriarcal de los años
de antaño en donde los derechos fundamentales de las mujeres como seres
humanos, son negados o ignorados.
“Si la civilización estriba en
progresar hacia el futuro, ha de ser a través de la ayuda de las mujeres,
mujeres liberadas de sus grilletes políticos, mujeres con plenos poderes para
ejercer su voluntad en el seno de la sociedad”
Emmeline
Pankhurs, fundadora del movimiento sufragista británico.
Es
ahora donde yo me pregunto, si la sociedad se supone ha evolucionado, por qué
es que sigue una cultura de discriminación basada en conceptos probados
erróneos y sin más fundamento que la generalización de estereotipos.
Hoy
en día, apenas un 39% de la fuerza laboral es integrada por mujeres, y por cada
100 hombres que hay en puestos directivos, nos dice Guadalupe Cruz, hay tan
solo 46 mujeres, que perciben tan solo el 84.3% de lo que ganan ellos. (Cruz,
2012)
El principio mal fundamentado que
rige la discriminación hacia las mujeres en la vida laboral, es de aquel el
hombre supone ser el que sustenta financieramente la familia. Y claro por
poseer “mayores y mejores” capacidades tanto físicas como intelectuales para
desempeñar un puesto de trabajo… supuestamente.
Sin
embargo que pasa cuando en México existen 4.5 millones de madres solteras,
separadas o viudas, y de las cuales 6 de cada 10 asumen la jefatura del hogar,
entonces cual es el pretexto para discriminar en cuanto a salario a estas
mujeres que tienen al igual que un hombre, mantener un hogar y que por si fuera
poco también tienen aquella responsabilidad, igualmente dictada culturalmente,
de mantener el hogar limpio y hacer de todóloga en cuando se refiere al cuidado
de los hijos.
La ley federal del trabajo protege
en la teoría, la igualdad de género exigiendo un mismo salario a un puesto de
igual responsabilidades, no importando si se es hombre o mujer (aparte de
aspectos como raza, color o capacidades) sin embargo, los problemas salariales
no es el único problema en el ámbito de desigualdad laboral, como si fuera poco
también se toman medidas discriminatorias en los requisitos de contratación a
mujeres, sin mencionar, que muchas de estas igualmente sufren de acoso sexual.
Como lo menciona Denise Dresser “El perfil de un país que exalta a las mujeres
en el discurso cada Día Internacional de la Mujer pero las minimiza en la
realidad. La actitud de una nación que no protege como debiera a la mitad de su
población. El lugar donde 95% de las trabajadoras
reportan haber sido víctimas del acoso sexual […] y por ello persisten las
cifras que conmueven. Los datos que desesperan” (Dresser, 2013)”
Todas
las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se
ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer”
Flora Tristán,
escritora y pensadora feminista francesa de ascendencia peruana
Haciendo
un paréntesis, es importante mencionar que nuestra cultura machista no se da
exclusivamente por la opresión del hombre, si no que en base a una educación
que va de generación en generación, muchas mujeres son las principales
protagonistas en fomentar este concepto de sociedad al momento de educar a sus
hijos. Al niño se le pide ser fuerte, no mostrar sus sentimientos, y se le da
prioridad sobre la importancia de tener una educación y título universitario,
mientras las niñas crecen siendo educadas a jugar a la comidita, a la mamá y
cuando son adolecentes enseñarles a como atrapar a un buen partido, dando por
secundario la educación en donde si llegan a la vida universitaria, muchas de
estas sólo lo hacen para encontrar quien las mantendrá en un futuro. Este
problema social también repercute en el ámbito laboral, al no contar con más
mujeres profesionistas orientadas al desempeño laboral.
Para
concluir, creo que muy es importante estar consiente de estas desigualdades,
para poder hacer algo al respecto. Primeramente las mujeres debemos estar
conscientes de la forma con la que vamos a educar a nuestros hijos, el cambio
viene de la formación. Las mujeres tenemos la responsabilidad y primeramente la
gran oportunidad de cambiar a nuestra sociedad machista, desde la raíz, ya que
en gran medida como eduques a tu hijo varón va a ser que este crezca para
oprimir o ver como igual a su contraparte de género.
Hombres
y mujeres somos diferentes, pero hay que aprender que tanto unos como otros
tenemos caracteristicas fuertes como débiles. Es entonces, donde hay que
aprender a distinguir y sustentar las diferencias para lograr una
complementación laboral.
Las capacidades de las mujeres en
mucho son de gran utilidad y complementarias a aquellas de los hombres en los
puestos laborales. Se necesita una
igualdad de liderazgo ya que creo que con un cambio de paradigma podríamos ver
que lo que define a una mujer no son “debilidades” sino caracteristicas
diferentes que son igual de poderosas e importantes que las de los hombres.
Está
claro que la sociedad ha ido evolucionando hacia una cultura más equitativa
tanto en el ámbito social como en el labora, sin embargo todavía nos falta un
largo camino por recorrer.
REFERENCIAS
Castilla
y León. STEs “El techo de cristal”
Web. Recuperado el 25 de octubre de 2013. http://www.stecyl.es/Mujer/el_techo_de_cristal.htm
Cruz,
Guadalupe. Cimacnoticias. Comunicación e información de la Mujer AC. (2012)”Mujeres en cargos directivos ganan menos que
los hombres” Web. Recuperado el 25 de octubre de 2013. http://www.cimacnoticias.com.mx/node/61905
Dresser,
Denise. Proceso. Comunicación e Información, S.A de C.V. (2013) “México Machista” Web. Recuperado el 25
de octubre de 2013 http://www.proceso.com.mx/?p=337350
Forés,
Sílvia. Cinco Días. Prisa. (2013) “Mujeres
sin techo de cristal” Web. Recuperado el 25 de octubre del 2013. http://cincodias.com/cincodias/2013/10/10/economia/.html
Medina
Brito, Ma del Pino. Tesis doctorales de Economía. “El alcance de la masculinidad” Web. Recuperado el 25 de octubre de
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Notimex.
Crónica.com (2013) “México tiene 4.5
millones de madres solteras, revela estudio” Web. Recuperado el 25 de octubre
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Crónica.com (2013) “Señala estudio que
prevalece desigualdad laboral en México” Web. Recuperado el 25 de octubre
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Roccatti,
Mireille. “El ejercicio de los Derechos de la mujer y sus expectativas para el
Siglo XXI” Web. Recuperado el 25 de octubre de 2013. http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derhum/cont/18/pr/pr20.pdf
Strm.org
“La participación de la mujer en el
mercado laboral” Web. Recuperado el 25 de octubre de 2013 http://www.strm.org.mx/acso/partmujerlab.htm
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