TRANSPORTE PÚBLICO
¿Calidad, servicio y honestidad?
Partiendo que
actualmente nuestros servidores públicos del volante, me refiero a los
operadores del servicio de transporte urbano –autobuses y taxis, se encuentran
inmersos en un descontrol, descuido, mala calidad y pésimo servicio hacia sus
usuarios como a las consecuencias que de sus actos emanen, lesiones a terceros,
contaminación, tráfico ocasionado por su mal actuar y su indebido proceder,
percances viales, entre muchos otros aspectos, es que el Estado debe actuar en
el estricto apego a la ley y al Derecho.
Para
poder dilucidar el alcance que tienen a su cargo los operadores del transporte
público, basta observar en las avenidas y calles de la ciudad su intransigencia
a las normas que rigen a este sector, su mala educación en lo que respecta a la
cultura de la vialidad y civilidad, su constante, imperdonable y estrepitosa
lucha por ganar el pasaje más que por brindar una excelente calidad en el
servicio.
Observamos
reiteradamente, los que ocupamos y utilizamos con frecuencia el servicio del
transporte público, que los operadores de dichas unidades luchan por generar un
caos vial en las arterias de la ciudad, luchando por ganar más pesos que
ganarse un “gracias”; al contrario, pareciera que los dueños, tanto los que
obtienen el permiso y que rentan las placas, como de los que invierten en la
materia principal que es la unidad, que al día de hoy se encuentran deficientes
y en muy mal estado, se han preocupado más por obtener la ganancia de su inversión
en un corto plazo que por el preocuparse de generar un estado de certeza,
seguridad, confort, salubridad, higiene y respeto hacia los peatones como a los
usuarios, que son los que sufren a diario con los operadores que no son aptos
para ocupar dicho puesto.
Al día de hoy, el
usuario, ciudadano que debe hacer uso del servicio del transporte público, tiene
como costumbre hacer una oración antes de abordar un autobús o un taxi, sabe
que tiene un destino pero no sabe cómo culminará su aventurado viaje; sabe que
tiene que pagar y que por ese simple hecho se encuentra realizando un contrato
de prestación de servicios pero no sabe qué calidad y tipo de operador le vaya
a tocar; sabe que su tiempo es valioso pero no sabe si el autobús se tardará en
pasar y en caso de pasar no levante pasaje, teniendo como motivo de que va
“quemado”, o sea va cumpliendo los tiempos que les marcan en las paradas de
autobuses, misma que se encuentre operada por una persona denominada checador o
un reloj checador.
Qué hace falta para
que el servicio de transporte público cumpla sus objetivos pactados con el Estado,
que son el brindar un servicio de calidad, seguridad, sustentabilidad,
ecología, higiene, salubridad, así como que reúna los requisitos de respeto por
las normas de tránsito, cultura de vialidad y cultura de la civilidad.
Cabe destacar que
el Estado concesiona el servicio de transporte público a personas físicas o
morales, con el fin de brindar a la ciudadanía un servicio de naturaleza
pública, cediendo su obligación de brindar dicho servicio a un tercero. El
Estado al no ser su naturaleza el comercio, es que cede su obligación,
concesionando a particulares o personas morales su operación y realización, que
se traduce en brindar un servicio a una colectividad, misma que se traduce en público
y que por esa simple condición se encuentra sujeto a revisión y supervisión del
Estado, cosa que NO sucede actualmente. El Estado actualmente se deslinda, se
aparta rotundamente de su obligación de cuidar y velar por los intereses de la
colectividad y que por ese simple motivo es que los operadores de las unidades,
siendo trabajadores del dueño de la unidad o del que renta las placas, se
sienten con el derecho de descuidar su obligación y la que únicamente se limita
a brindar un servicio de transporte público carente de calidad, comodidad,
seguridad y de certeza.
La ciudadanía, se
encuentra envuelta en una incertidumbre, en la que se cuestiona que el servicio
de transporte público es de mala calidad y por ese mal servicio se debe pagar
un alto costo. El ciudadano, debería de pagar una cantidad pero atendiendo a
que el servicio de transporte público cumpla los múltiples requisitos que el
Estado establece para su funcionamiento.
Ahora el operador y
todos los implicados en la prestación del servicio de transporte público deben ser honestos ante ellos y con
sus usuarios, no por ganar unos cuantos pesos deban de lucrar con los usuarios,
exponiéndolos a sufrir graves riesgos; deben comprometerse por generar un
servicio de calidad y no de cumplir con los mínimos establecidos por el Estado
para su funcionamiento, eliminando con ello el clientelismo político; deben de ser leales y de capacitarse en todos
los temas relacionados al área y de cultura de civilidad y legalidad, ampliando
con ello sus conocimientos generales y culturales; deben de cuidar y velar porque
sus trabajadores se encuentren capacitados y adiestrados en las materias de
vialidad, ecología y sustentabilidad.
De lo antes
expuesto, es que se hacen las siguientes interrogantes: ¿Qué se necesita para
poder tener un transporte público de primera calidad en los estados?, ¿qué
necesita el ciudadano para que su voz de preocupación llegue al lugar y a las
manos del servidor público que sí tenga la voluntad de tomar el asunto con
responsabilidad?
Esperando que estas
líneas le sean de utilidad, quedo de usted para sus comentarios.
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