domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Ser humano de calidad? Marisol Rimada González



"Yo soy como soy y tú eres como eres, 
construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, 
donde tú puedas ser sin dejar de ser tú,
 y donde ni yo ni tú obliguemos al otro a ser como yo o como tú."  
-Madre Teresa de Calcuta-


¿Cuál ha sido el motivo de que el ser humano solamente pueda sentirse valioso al tener por debajo de él a otro individuo? Más allá de las leyes en nuestro país, que dictan sin demasiada objetividad las características del trato digno hacia cualquier ser humano, es casi instintivo el llevar un sentido de competencia marcado hasta los huesos en el que se debe, por supervivencia, sobresalir, y no precisamente a manera de que el bien común se vea beneficiado, si no de que sea sólo uno o unos cuantos los que vean resultados que aparentemente mejoren su calidad de vida.

¿Acaso somos unos mejores que otros? ¿Estamos acaso hechos de distintos materiales, con distintos niveles de calidad? Y si no es perceptible o comprobable, al menos de manera racional, de manera justa, entonces ¿Quién se encargó de establecer una métrica que refleje el nivel de calidad de un ser humano? 

México, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Discriminación elaborada en el 2005, presenta uno de cada tres integrantes de grupos minoritarios como víctimas de algún tipo de discriminación laboral. Así es, estamos hablando simple y sencillamente del aspecto laboral en la vida de un ser humano, es decir, de las posibilidades de desarrollo intelectual y profesional que deberían de otorgarse de manera equitativa al 100% de nuestra población. ¿Preocupante?, ¿Indignante? Es fácil pasar por desapercibido aquello que no conocemos, aquello que no forma parte de nuestra vida diaria, pues claro, hablemos con honestidad, nosotros sólo formamos la mínima parte de la población mexicana que es considerada “excepción” y no regla.

En nuestro país, tres cuartas partes de los habitantes despiertan todos los días con una meta: COMER. Vivir al día es un hábito del que dependen millones de personas a las que a pesar de sus esfuerzos continuos por mantener una familia o llevarse un poco de pan a la boca, son tratadas injustamente, por su color de piel, por su forma de vestir, por su sexo, por su preferencia sexual, por su nivel socioeconómico, y entonces regreso a la misma pregunta: ¿En dónde se estableció el trato al que eres acreedor dependiendo de tus características personales y circunstanciales?

No fue hasta el año 2003 que se publicó la Ley Federal para prevenir y eliminar la discriminación, decreto publicado durante el gobierno del entonces presidente Vicente Fox Quesada, que a pesar de contar con el por escrito, es fecha que se sigue esperando sea respetado y cumplido, pero sobre todo que existan especificaciones claras y objetivas en las que se establezcan límites, métricas o maneras de juzgar un comportamiento o trato indignante ante un ser humano.

Si bien es cierto, sería injusto hablar solamente de un gobierno que ha carecido de carácter y motivación por el bienestar del trabajador, hay que recordar que actualmente, el país insiste con campañas y asociaciones tales como el denominado CONAPRED, que se ha encargado de regir, o al menos intentar hacer cumplir las leyes anteriormente descritas, pero el trabajo continua, y nuestro país requiere de muchas manos para lograr dar calidad de vida y trabajo decente y digno toda su población.

El Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional (Cinterfor), concluye que un trabajo decente es un concepto que se encuentra aún en construcción debido a su carácter integrativo, y quizás sea este el principal problema, ya que la Ley Federal del Trabajo simplemente expresa la iniciativa de prohibir tratos discriminativos en cuanto a sexo, etnia, condición social o cualquier otro aspecto que atente contra la dignidad humana, pero entonces analicemos, ¿Hasta qué punto se irrumpe contra este artículo tercero de la Ley, o hasta qué punto las restricciones para ciertos puestos de trabajo son aceptables?

¿Qué pasa con los perfiles de puesto? Elaborados por grandes compañías basadas en estudios de personal, ¿Son válidos? ¿Es legal y deja de atentar contra la dignidad de las personas el que se publique una vacante que especifique sexo, edad, nivel de estudios, o es esto sólo una manera “formal” o “secreta” de retirarle la posibilidad a un porcentaje importante de la población a la que se le esta diciendo de manera indirecta que jamás será capaz de obtener dicho puesto de trabajo?

Sin importar la empresa, el cargo o el turno del empleo, todas y cada una de las restricciones o requisitos de puesto son una misma cosa: Características específicas requeridas para tal o cual puesto que excluyen de ellas a un sin número de seres humanos que quizás estarían dispuestos a cualquier cosa con tal de obtener oportunidades de desarrollo físico o intelectual, buscando mejorar, avanzar y otorgarse a sí mismos y sus familiares una mejor calidad de vida. Sin embargo, justificadamente o no, siempre existirán razones para darle un NO por respuesta a uno que otro individuo que no cumpla con lo requerido.

En fin, desde mi muy personal punto de vista, México cuenta con una ley total y completamente ambigua, una ley que está elaborada, escrita o publicada, pero no demasiado presente como para erradicar los problemas de discriminación laboral con los que ya contamos desde el inicio de las eras. Después de todo, somos un país sin oportunidades de crecimiento, de desarrollo, de capacitación, somos un país que no vela por las necesidades de su pueblo, si no que por el contrario, se beneficia de las carencias de éste para obtener ganancias a menores costos, a menores inversiones. Y es entonces cuando me cuestiono y pienso, ¿Quién hace algo al respecto?, ¿nosotros?, ¿el gobierno? Hagamos política, participemos en la democracia y dejemos a un lado el desechar responsabilidades a aquellos que jamás nos verán a todos como iguales.

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