Me llegó un mensaje del Maestro Juan Carlos Ley Fong, en el que comparte un editorial que escribiera y que le publicó “La Razón”.
Le solicité autorización para reproducirlo y ésta fue su respuesta:
Querido maestro:
Con todo gusto publíquelo, además será un honor.
JC Ley
Carpe Diem!
Le solicité autorización para reproducirlo y ésta fue su respuesta:
Querido maestro:
Con todo gusto publíquelo, además será un honor.
JC Ley
Carpe Diem!
Se transcribe a continuación:
EN USO DE LA VOZ
Juan Carlos Ley Fong
En 1951 se filmó la película “Si yo fuera diputado” del genial Cantinflas. Su título se me impone ahora como una afirmación para un ejercicio mental respecto a qué haría ante la miscelánea fiscal para el 2010, si yo fuera diputado:
En primer lugar, reduciría los salarios y las prestaciones de toda la burocracia nacional hasta en un 60%; aunque soy defensor de los derechos laborales no creo que pase nada si me autorizan mi moción, pues se han atropellado los derechos adquiridos de los trabajadores con la nueva ley del ISSSTE y con los decretos de extinción y nada malo sucedió. Así, formularía un tabulador iniciando con los regidores con un salario mensual de siete mil pesos y éste ascendería poco a poco hasta llegar a cincuenta mil pesos para el presidente de la república. Ellos casi siempre ahorran todo su salario pues gozan de múltiples beneficios: pasajes, automóvil, comidas pagadas, gastos de representación, oficinas, celulares, personal de seguridad, pagos que deberán justificar y cubrirse contra recibo. Mi propuesta se fundamenta en el mismo razonamiento de las autoridades cuando aumentan los salarios mínimos y si el más alto en México es de $1,644.00 mensuales para cualquier trabajador, 7 o 50 mil pesos será suficiente para asegurar al servidor público y a su familia una existencia digna y decorosa.
Antes de extinguir de un plumazo a las paraestatales como PEMEX, CFE, IMSS, ISSSTE, IFE, CNDH, LOTENAL, INEGI, las sometería a minuciosas auditorías y procesaría administrativa y penalmente a quienes fraudulentamente las dirigieron. Reduciría las vacaciones y los aguinaldos de los funcionarios públicos, pues en la actualidad, se les otorga una parte en diciembre, otra en enero y a mediados de año, cuando 15 días son suficientes. Gravaría las apuestas, los sorteos y los deportes profesionales que funcionan como negocios irregulares y lo destinaría a proteger la salud.
Respetando la sagrada libertad sindical y la venerada autonomía universitaria, obligaría a sindicatos y universidades para que rindan cuentas, transparentando su actividad.
Simplificaría las declaraciones de impuestos, para que todos los mexicanos de manera sencilla y correcta los paguen directamente sin acudir a complicados trámites contables.
Creo que sería sano para un presupuesto efectivo, reducir los gastos de los partidos políticos hasta en un 60% y sobre todo el del IFE, darle un 30% del que se le otorga en la actualidad sería suficiente, pues no ha demostrado incentivar a los mexicanos a cumplir con su obligación de votar.
Por último, los ahorros obtenidos con la reducción de gastos a la burocracia los destinaría a la educación fomentando los valores cívicos, la lectura, la gramática, la historia, la ciencia y la tecnología, la creatividad y los talleres de capacitación, pues es mejor enseñar a pescar que regalar el alimento. Beneficiaría a los maestros con más incentivos de productividad, pero les prohibiría los puentes y las fiestas mediocres que nada tienen que ver con el calendario cívico.
Todos los planes de gobierno deberán ser consensuados y establecerlos a largo plazo; pero antes de una reforma fiscal, laboral o energética debemos pugnar por una reforma de actitud… de nosotros mismos como mexicanos.
Si tiene “la razón” escríbame a maestroley@leygarrido.com para que esté en uso de la voz.
JC Ley
Carpe Diem!
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