A diario uno se encuentra
inmerso en un mundo donde todo gira en torno a la economía, una formal y la
otra informal. Desde que se hace de los insumos necesarios para la existencia
se encuentra erogando un gasto, que se convierte en final de cuentas en pago en
moneda o papel.
Ahora nuestros legisladores al
final del año 2013, se vieron en la necesidad de realizar uno de los proyectos
más ambiciosos en materia fiscal, mismo que hasta el momento sigue generando en
la sociedad desconcierto absoluto, ya que a diario la Secretaria de Hacienda y
Crédito Público realiza ajustes, emite nuevas resoluciones y modificaciones a
sus propias modificaciones de un día o meses anteriores, estos parecieran ser
más eficaces que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el emitir en un
nuevo estudio jurisprudencias que atentan en contra de los derechos humanos de
los ciudadanos.
En este espacio nos avocaremos
a analizar el por qué nuestra autoridad hacendaria ha fallado en sus nuevas
políticas y estrategias fiscales, sepultando por completo la idea central de
atraer más recursos al arca del erario. La anterior interrogante se puede
persuadir en lo que hoy conocemos el mercado informal o la economía que pone en
aprietos a las autoridades y a los comercios establecidos y que cumplen con la
norma hacendaria.
Aunque nuestro Secretario de
Hacienda le hayan otorgado un premio a nivel internacional por su brillante
visión fiscal, al interior de su país se encuentra el dilema de cómo dar el
ultimátum a la informalidad, pareciere que las reformas han generado tal
descontento hacia los anteriormente denominados REPECOS, que actualmente han
tomado la decisión, al verse afectados por una decisión autoritaria y mal
planeada, de sumergirse a una economía informal, donde los inspectores y
autoridades temen en adentrarse.
Es así que en muchos de los
pequeños y medianos comercios que se ubican en mercados de abastos, mercados
municipales y tianguis nuestros servidores públicos no desean incursionar,
saben que esa pequeña detonación de investigación a ese sector pudiera traer
una desestabilización al estado federal, estatal o municipal. Si de por sí el
Estado federal se encuentra en una línea delgada de desestabilización social y
ahora se imaginan que nuestro súper héroe de hacienda se vaya a la caza de
brujas del comercio informal para someterlo hasta que se logre alinear a la
brillante estrategia fiscal, ahí es donde se encuentra la inconsistencia tanto
de lógica como de vocación de servicio público.
Miren con atención, a raíz de
la entrada del gobierno en turno, la economía informal se fue a su máximo
esplendor, pareciere que hasta el momento no han logrado que su imagen de
gobierno “popular” siga su curso. Al contrario siempre se muestran rebasados y
ante ello se ha implementado una vasta y ambiciosa campaña de recaudación
fiscal que ni ellos mismos entienden su operación y su aplicación en el mercado
informal.
Si nuestros funcionarios
entendieran, que lo que busca el pequeño y el mediano comercio es ganar el pan
de cada día, eso bastaría para indicarle que sus políticas fiscales no
funcionan en ese sector, ya que rebasa la inoperante formula económica, a mayor
oferta mayor circulación de activos económicos. Es así que al exigirle a un
sector pequeño o mediano comercio el pago desmedidos de impuestos la respuesta
lógica será que el negocio o la empresa de esa naturaleza tenga dos opciones,
la primera es cerrar su actividad o la que han optado la mayoría es camuflajearse
dentro del denominado comercio informal, creando con este simple paso la
desviación correcta del manejo de su economía.
Lo que busca la Secretaría de
Hacienda es que todos los ciudadanos mexicanos se encuentren vigilados en sus
movimientos fiscales, pero lo que nunca ha visualizado es que en vez de manejar
tarjeta, cheques o recurso alguno que deje rastro fiscal ahora se encuentra
generando la economía a base de circulante en moneda, lo que le llaman pago al
“Cash”, como lo tiene de lema una tienda de línea blanca “Pagos chiquitos y
semanales…”
Por tal motivo, ha de
observarse que las autoridades no encontraron y no van a encontrar la manera de
volver formal a los comercios informales, menos con sus campañas mal
intencionadas, que buscan como objetivo que las empresas pequeñas y medianas se
vayan al cierre total de sus operaciones, esforzándose a que ese grupo se
blinde con los asociaciones de comerciantes que saben negociar y que saben que
un grupo unido es más fuerte que una autoridad que emplea mal sus programas
fiscales.
Espero que estas breves líneas
sean de su interés, quedo a sus órdenes para seguir creciendo como ciudadanos.
Jesús Arturo Vallejo Mauricio
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