viernes, 11 de febrero de 2011

Palabras del Dr. Ángel Ascencio Romero. Presentación del libro Seguridad Social. Acapulco, Gro.


Dr. Ángel Ascencio Romero en uso de la voz.
Conocí al maestro Gómez Porchini hace aproximadamente cuatro años gracias a que, estando investigando en el ciberespacio un tema relacionado con la seguridad social en el siglo XXI, casualmente me encontré con un artículo publicado en el periódico norteño “El Porvenir”, en el que nuestro invitado comentaba acerca de sus impresiones de la Asamblea anual de la Academia Mexicana de Derecho del Trabajo y de la Previsión Social llevada a cabo en un Estado del Norte, asamblea a la que por cierto, me fue imposible asistir.

Ese estilo muy particular de narrar los acontecimientos que tiene nuestro autor y que provoca que el lector no pare de leer hasta llegar al final de su comentario, que invariablemente remata con un “me gustaría conocer su opinión”; consiguió interesarme y, después de enviarle un sentido reconocimiento a su trabajo, dio comienzo a una amistad tan cercana que ha trascendido incluso al campo familiar.

La obra que hoy presentamos tiene por título “SEGURIDAD SOCIAL” y es resultado de 22 artículos cuidadosamente seleccionados y que oportunamente fueron publicados en algunos importantes medios como “el Porvenir”, entre otros, quisiera destacar algunos de ellos:

La reforma Fiscal, un tema que provocó en el autor estupor y decepción, pues aún cuando se habló de proteger al trabajador, en realidad se fueron sobre el asalariado; contrario a lo que se esperaba: una reforma que se base en la equidad, es decir, que pague cada uno conforme a lo que tenga y reciba a su vez, significando entonces que el que más tenga deberá pagar más y recibir menos y el que tenga menos deberá recibir más y pagar menos. En Síntesis, reforma implica, según nuestro autor, un cambio profundo, tirar las paredes del templo para edificar uno nuevo pues si no se hace esto solamente veremos lo que coloquialmente todos conocemos como “manita de gato”. En seguida el autor plantea su propuesta de Sistema de Seguridad Social consistente, a muy grandes rasgos, de dotar a cada gobernado de una tarjeta deslizable tipo “cliente frecuente” a la que se le irá abonando un porcentaje del IVA que será utilizado para garantizarle su seguridad social, de esa manera se beneficiaría no solamente el trabajador formal, sino también a cualquier ciudadano por el simple hecho de usar su tarjeta.

El maestro Gómez Porchini, como el experto laboralista que es, nos ilustra magistralmente en su artículo dedicado al salario, destacando su importancia y sus alcances; pone el dedo en la llaga cuando afirma que el salario lejos de ser remunerador, no le permite al obrero vivir decorosamente. Sin dejar de reconocer que hay algunas empresas que pagan salarios dignos, sostiene que por regla general los empresarios tratan de pagar lo menos posible para obtener una mayor ganancia. No tiene desperdicio el colofón con que el autor termina este artículo: “Privar del salario devengado al trabajador, así sea por un día, debería ser considerado como falta grave o gravísima del patrón, pues mientras éste está en posibilidad de sacar adelante su negocio, pagando los intereses o gastos a que haya lugar, lo que se pone en riesgo, en el caso del obrero, es su propia subsistencia, no existe parangón entre ambos bienes jurídicos a tutelar.”

Un artículo más que llamó poderosamente mi atención es el que se refiere a la clasificación de los impuestos, a los que el autor define como “eso que el gobierno nos quita y que es nuestra obligación pagar para que el gobierno viva”. Luego, nos recuerda la frase de Benjamín Franklin: “No hay nada seguro, salvo la muerte y los impuestos”, que demuestra que lo que los humanos sabemos que hemos de pagar, se llaman impuestos, precisamente porque se nos impusieron. Nuestro amigo, de una manera muy sutil, critica que nuestra legislación haya mutado el nombre a uno muy bonito pero que se aparta de lo estrictamente correcto, hoy a los impuestos le llaman “contribución para los gastos públicos”; utilizan un eufemismo para no ofender a la gente pero, a juicio de nuestro autor, el resultado es el mismo: te quitan tu dinero.

Aunque hay mucha tela de donde cortar y mucho, pero mucho más que comentar, quisiera, para no extenderme demasiado en el uso de la voz, terminar comentando el artículo que nuestro autor titula “Los errores del gobierno y cómo resolverlos”, título que por sí mismo llama poderosamente la atención. En dicho artículo nuestro autor comenta el rechazo unánime de la población en general a ese engendro o bodrio que pretenden hacer pasar como panacea fiscal que resolverá los problemas de México; pero oportunamente aclara: “no soy yo quien califica la actuación del gobierno: es Fuenteovejuna.” Y advierte: “si no se cuidan las formas, si no se protege al pueblo, va a haber problemas muy serios”; no es lastimando al mensajero como se suspenden las noticias. Sostiene nuestro autor que lo que debe hacer la autoridad es por un momento pensar como personas, darse cuenta que en beneficio propio y de su supervivencia, deben lograr que el pueblo crezca, que haga más, que sea más, que pueda más. Si el gobierno y sus dirigentes siguen oprimiendo al pueblo, van a lograr reventarlo y entonces, habrán despertado a ese México bronco que ya antes sirvió para asustar a más de uno. ¿Subir los impuestos? Mejor bajen los sueldos de los gobernantes. ¿Sacrificios fiscales? Para el gobierno, no para el pueblo. Que busquen los genios fiscalistas una mejor forma de ampliar la base de contribuyentes, para no seguir lastimando a los de siempre, a los cautivos. Mientras no piensen los gobernantes que el pueblo puede exigir cosas como esas, seguirá tratando de esquilmarlo hasta que éste despierte y entonces, tendrán frente a sí a una bestia incontrolable. Y concluye nuestro autor con una reflexión: “por cuestión de seguridad propia, por un prurito de vergüenza, por su propia familia, señores funcionarios: piensen en México como nuestra casa común, no sólo como un coto de caza. Descubrirán que es mucho mejor tener una estancia abierta, de libre tránsito, sana, que una buhardilla atestada de bienes pero sin salida.

Este es el estilo, esta es la manera como se hace escuchar nuestro invitado de hoy, así escribe JOSE MANUEL GÓMEZ PORCHINI.








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