Recibí este mensaje de un poeta, músico y autor de un texto que aún no
aparece pero que ya está por salir a la luz pública, en el que habla del rock.
A él también le preocupa la situación del país y le asusta que quiten
la filosofía "y esas cosas" como materias de estudio, lo que ya mero logran.
Me gustó el texto y sin avisarle, lo reproduzco. VALE LA PENA.
José Manuel
Hola José:
Me gusta este texto, está escrito con la ternura del padre amoroso y con la sabiduría del viejo que, por lo menos en el fondo de su espíritu, tiene la certeza del deber cumplido.
¿Qué hacer? Tú, mejor que nadie, lo debes saber, porque hasta ahora has hecho bien las cosas, y no va ser éste el momento de los errores.
Comentaba el otro día con un buen amigo, con quien siempre tengo pláticas acerca de los libros que devoramos, aunque el tiempo no nos alcance, que nuestra edad (digamos de los 50 en adelante...) es cuando se inicia la reflexión acerca de la vida pasada (y presente también y, ¿por qué no? la perspectiva del futuro), cuando se comienza a hacer un inventario de las cosas hechas por nosotros, generalmente mucho más buenas que malas (en el fondo los seres humanos somos básicamente buenos, gracias a Dios), es cuando nos vemos a nosotros mismos en nuestros jóvenes, hijos, sobrinos, amigos de los hijos, alumnos, etc., y recordamos los proyectos que emprendíamos con entusiasmo, las sanas locuras que hacíamos, motivados por idealismos propios de la juventud, ayudados por la enorme energía que da la edad, comiéndonos el mundo a puños ¡Qué años aquellos!
Y yendo más atrás, a la niñez ¿Recuerdas tu niñez? Yo había casi olvidado la mía en ese fragor de querer llegar al "éxito", de ganar mucho dinero, de competir con los demás, pues siempre uno se considera el mejor, sobre todo cuando estás en pleno desarrollo profesional, cuando dices "abran cancha, que ahí les voy". El éxito, el triunfo: prefiero ser un winner que un loser. ¿Conoces la definición que del triunfo dio Bill Gates, el hombre más rico del mundo? Dijo: "El triunfo no tiene nada que ver con que seas rico o pobre, o que tengas o no una posición social, el triunfo es, simplemente, el ser querido y respetado por todos aquellos que te rodean". Que definición tan sencilla, pero tan profunda y expresada por alguien a quien se considera el paradigma del éxito.
Lo genial de esta definición es la posibilidad al éxito (o triunfo, que es lo mismo) hacia cualquier ser humano. Me parece maravilloso. Pero cuando tienes 30 ó 40 años, lo que menos te interesa es ser amado y respetado por quienes te rodean, más bien quieres que se sometan, tú eres el jefe, el emprendedor, el genio, el cerebro de la operación, y aquí se amuelan todos.
Tú eres el joven emprendedor que va a hacer historia en los negocios, en la profesión, o en donde sea el lugar en que te encuentras ¿no es cierto? todos, en cierta forma hemos atravesado por esas circunstancias. Pero en esta locura perdemos algo muy importante: La capacidad de asombro.
Y cuando te das cuenta de esa carencia y dices "nada me sorprende, todo es tedioso y aburrido", y tomas verdadera conciencia de ésto, te da un miedo terrible, como si hubiera muerto un gran pedazo de tu espíritu. Entonces comienzas a darle importancia a los recuerdos infantiles, y dices "oye, pero si sigo siendo ese mismo niño, nada más que ya pasaron algunos años", recuerdas tus ilusiones, tus planes infantiles hacia el futuro ("cuando sea grande voy a hacer ésto o lo otro") y ¿qué pasó con tantas ideas? al recordar las colocas en su verdadera dimensión: el hombre que se recuerda como niño y revalora lo más auténtico de sí mismo..
Y aprendes otra vez a asombrarte de cualquier cosa. Elevas los ojos al cielo y disfrutas las caprichosas formas nebulares, los delicados colores que en ellas se forman por los efectos de los rayos del sol, revaloras a los animales, a la naturaleza, a los seres humanos. Aprendes a perdonar, te das cuenta que los demás son como tú, pero nada más necesitan darse cuenta que están en la locura de las cosas vanas, pero son buenas personas al fin y al cabo, y no tienes por qué juzgarlas. En pocas palabras, la vida adquiere un sabor nuevo, la experiencia de vivir se transforma en algo casi místico.
Encuentras el placer de gozar las cosas más simples así como las más sofisticadas. Te vuelves el amante sabio, cuyo mayor placer es el darle a su pareja el máximo placer.
Son tantas cosas, pero como de costumbre, creo que me he extendido demasiado, pero no me arrepiento, pues este texto hermoso que nos has enviado a tus amigos, me ha motivado para hacer éstas y otras reflexiones. Y eso es bueno.
Y lo mejor es que en esta ocasión no estoy despotricando contra los políticos y los imbéciles ¡cosa rara en mí! pero tu texto ha tenido la enorme virtud de sumergirme en el fabuloso mundo de la reflexión y de la eterna búsqueda de la respuesta a las preguntas trascendentes.
Recibe un afectuoso abrazo.
Jorge René
PS.- Saludos y felicitaciones para tu cachorro.
Me gusta este texto, está escrito con la ternura del padre amoroso y con la sabiduría del viejo que, por lo menos en el fondo de su espíritu, tiene la certeza del deber cumplido.
¿Qué hacer? Tú, mejor que nadie, lo debes saber, porque hasta ahora has hecho bien las cosas, y no va ser éste el momento de los errores.
Comentaba el otro día con un buen amigo, con quien siempre tengo pláticas acerca de los libros que devoramos, aunque el tiempo no nos alcance, que nuestra edad (digamos de los 50 en adelante...) es cuando se inicia la reflexión acerca de la vida pasada (y presente también y, ¿por qué no? la perspectiva del futuro), cuando se comienza a hacer un inventario de las cosas hechas por nosotros, generalmente mucho más buenas que malas (en el fondo los seres humanos somos básicamente buenos, gracias a Dios), es cuando nos vemos a nosotros mismos en nuestros jóvenes, hijos, sobrinos, amigos de los hijos, alumnos, etc., y recordamos los proyectos que emprendíamos con entusiasmo, las sanas locuras que hacíamos, motivados por idealismos propios de la juventud, ayudados por la enorme energía que da la edad, comiéndonos el mundo a puños ¡Qué años aquellos!
Y yendo más atrás, a la niñez ¿Recuerdas tu niñez? Yo había casi olvidado la mía en ese fragor de querer llegar al "éxito", de ganar mucho dinero, de competir con los demás, pues siempre uno se considera el mejor, sobre todo cuando estás en pleno desarrollo profesional, cuando dices "abran cancha, que ahí les voy". El éxito, el triunfo: prefiero ser un winner que un loser. ¿Conoces la definición que del triunfo dio Bill Gates, el hombre más rico del mundo? Dijo: "El triunfo no tiene nada que ver con que seas rico o pobre, o que tengas o no una posición social, el triunfo es, simplemente, el ser querido y respetado por todos aquellos que te rodean". Que definición tan sencilla, pero tan profunda y expresada por alguien a quien se considera el paradigma del éxito.
Lo genial de esta definición es la posibilidad al éxito (o triunfo, que es lo mismo) hacia cualquier ser humano. Me parece maravilloso. Pero cuando tienes 30 ó 40 años, lo que menos te interesa es ser amado y respetado por quienes te rodean, más bien quieres que se sometan, tú eres el jefe, el emprendedor, el genio, el cerebro de la operación, y aquí se amuelan todos.
Tú eres el joven emprendedor que va a hacer historia en los negocios, en la profesión, o en donde sea el lugar en que te encuentras ¿no es cierto? todos, en cierta forma hemos atravesado por esas circunstancias. Pero en esta locura perdemos algo muy importante: La capacidad de asombro.
Y cuando te das cuenta de esa carencia y dices "nada me sorprende, todo es tedioso y aburrido", y tomas verdadera conciencia de ésto, te da un miedo terrible, como si hubiera muerto un gran pedazo de tu espíritu. Entonces comienzas a darle importancia a los recuerdos infantiles, y dices "oye, pero si sigo siendo ese mismo niño, nada más que ya pasaron algunos años", recuerdas tus ilusiones, tus planes infantiles hacia el futuro ("cuando sea grande voy a hacer ésto o lo otro") y ¿qué pasó con tantas ideas? al recordar las colocas en su verdadera dimensión: el hombre que se recuerda como niño y revalora lo más auténtico de sí mismo..
Y aprendes otra vez a asombrarte de cualquier cosa. Elevas los ojos al cielo y disfrutas las caprichosas formas nebulares, los delicados colores que en ellas se forman por los efectos de los rayos del sol, revaloras a los animales, a la naturaleza, a los seres humanos. Aprendes a perdonar, te das cuenta que los demás son como tú, pero nada más necesitan darse cuenta que están en la locura de las cosas vanas, pero son buenas personas al fin y al cabo, y no tienes por qué juzgarlas. En pocas palabras, la vida adquiere un sabor nuevo, la experiencia de vivir se transforma en algo casi místico.
Encuentras el placer de gozar las cosas más simples así como las más sofisticadas. Te vuelves el amante sabio, cuyo mayor placer es el darle a su pareja el máximo placer.
Son tantas cosas, pero como de costumbre, creo que me he extendido demasiado, pero no me arrepiento, pues este texto hermoso que nos has enviado a tus amigos, me ha motivado para hacer éstas y otras reflexiones. Y eso es bueno.
Y lo mejor es que en esta ocasión no estoy despotricando contra los políticos y los imbéciles ¡cosa rara en mí! pero tu texto ha tenido la enorme virtud de sumergirme en el fabuloso mundo de la reflexión y de la eterna búsqueda de la respuesta a las preguntas trascendentes.
Recibe un afectuoso abrazo.
Jorge René
PS.- Saludos y felicitaciones para tu cachorro.
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