domingo, 26 de junio de 2011

El Pacto. Esta boca es mía. Leopoldo Lara Puente.




"Un día vinieron por los comunistas y no dije nada. Otro día vinieron por los judíos y tampoco dije nada. Un día llegaron por mi o por un hijo mío y no tuve nada que decir".

Palabras de Bertolt Brecht, célebre poeta y dramaturgo alemán, en las que estuvieron muy de acuerdo Javier Sicilia, principal organizador de la “marcha por la paz y la dignidad” y Felipe Calderón, Presidente de México.

El entorno: El “Diálogo por la Paz”, llevado a cabo este jueves 23 de junio, en el histórico Castillo de Chapultepec y en donde se dieron cita el Presidente, con su esposa y su gabinete de seguridad y los secretarios de educación y desarrollo social con representantes ciudadanos de las víctimas de la violencia que asola a nuestro país desde hace cinco años, de manera ininterrumpida y desproporcionada.

Muchas versiones y posturas se habían generado previamente a este encuentro. Muchas conclusiones se han vertido del mismo.

Algunas de ellas desde la furia de la impotencia ciudadana, algunas otras desde la racionalidad del estado, desde el control de daños de la guerra.

Todas con un alto grado de subjetividad, todas polarizadas en un principio y hoy, aparentemente con mayores convergencias que divergencias. Juntándose.

Ya lo dijo Macario Schettino en su artículo “Diálogo en la superficie” con toda claridad: “Frente a un fenómeno como éste nada que se escriba u opine tiene posibilidades de éxito. Está claro, o debería estarlo, que enfrentamos un problema mayúsculo, construido durante décadas, que ha hecho crisis. También debería ser claro que no contamos con las instituciones necesarias para enfrentarlas. Pero no podemos dejar de hacerlo. Tienen razón al mismo tiempo Sicilia y Calderón: uno reclamando que sin instituciones fuertes y limpias se haya enfrentado al crimen organizado, el otro argumentando que hay que enfrentarse con lo que hay, y no con lo que uno quisiera tener”.

Lo que queda claro, es que el diálogo es la única oportunidad que se tiene para la solución de este y de todos los problemas, porque es el diálogo auténtico (ese que tiene interés genuino en escuchar y en proponer), el que sirve de base para lograr acuerdos legítimos y consistentes, que establece agendas y da seguimiento permanente a su cumplimiento.

Es el fundamento de la democracia y cuando en esa democracia participa activamente la sociedad, como lo fue en Chapultepec, la democracia se convierte en participativa y todos entonces, somos corresponsables de sacar adelante las cosas, porque todos somos parte del acuerdo.

Pero si no existe seguimiento, si no existe transparencia, si no se genera una rendición de cuentas sistemática y clara, el diálogo de Chapultepec correrá la misma suerte que el que se tuvo con Martí y su famoso: “el que no pueda, que se vaya”.

La clave está en la confianza que logre generar el gobierno entre los ciudadanos y  en la construcción de una alianza, de un Pacto con la sociedad para enfrentar juntos un problema, que como también coincidieron Sicilia y Calderón, no sólo está afuera, sino que fundamentalmente está adentro del propio gobierno, podrido hasta sus más profundos cimientos.

La pregunta sería: ¿por qué hasta ahora?

Este no es el primero diálogo que tiene con los ciudadanos el Presidente Calderón, en materia de seguridad. Pero si el primero que tiene para tomar criterios que modifiquen una estrategia.

En todos los anteriores, incluyendo éste, se tuvo que empujar al gobierno a que dialogara, a través de declaraciones impactantes, de protestas públicas, de marchas multitudinarias, de opiniones expertas y de caída en la popularidad del gobierno en el tema.

Si estos diálogos se realizaran previamente a la toma de decisiones, si se confiara más en los expertos que en los políticos para afrontar la solución de los problemas, México y todas nuestras comunidades estarían mejor. La experiencia de otros países nos da la pauta para afirmarlo.

Ahora no vale gastar más tinta en el “hubiera”. Ya las cosas están en el nivel fatal en el que se encuentran. Sólo es importante reflexionar el pasado para no volver a cometer los errores que entonces se cometieron.

El diálogo de Chapultepec, será una herramienta que quizás logre que se avance de una manera más efectiva en la solución del problema de la violencia de nuestro país.

Lo que sí es un hecho, es que el próximo Presidente de México, sea quien sea, deberá llevar a cabo ese ejercicio democrático desde un principio.

Porque los problemas los tenemos ya encima y el Pacto con la Sociedad, ya no puede esperar más.


Leopoldo Lara Puente

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