Se publicó el pasado 30 de abril en la gaceta Parlamentaria del Congreso de la Unión, el dictamen aprobado respecto a las reformas a la Ley General de salud, Código Penal Federal y Código Federal de Procedimientos Penales, para distribuir la competencia entre las autoridades federal y locales en la prevención y combate a la posesión, comercio y suministro de estupefacientes y psicotrópicos.
En el dictamen indica las cantidades de narcótico en posesión que pueden considerarse como “consumo personal”.
Se expone que, va existir un programa nacional para la prevención y tratamiento de la farmacodependencia; programa que deberá establecer los procedimientos y criterios para la prevención, tratamiento y control de las adicciones y será de observancia obligatoria para los prestadores de servicio de salud del Sistema Nacional en todo el territorio nacional y en los establecimientos de los sectores público, privado y social que realicen actividades preventivas, de tratamiento y de control de las adicciones y la farmacodependencia.
Otra cuestión de gran importancia es que, el Ministerio Público no ejercerá acción penal por el delito de posesión de narcóticos sin autorización legal, si el inculpado se somete y cumple voluntariamente el tratamiento médico respectivo para atender su farmacodependencia o en el caso de los no farmacodependientes a los programas de prevención correspondientes que al efecto señale la autoridad sanitaria; tratamiento que suspende el plazo para la prescripción de la acción penal por el tiempo que ello dure.
Empero, en caso de que el inculpado incumpla con el mismo, se impone la obligación de reanudar el procedimiento y el Ministerio Público podrá ejercer acción penal.
La Federación y las entidades federativas contarán con un plazo de tres años a partir de la entrada en vigor del decreto que se apruebe, para realizar las acciones necesarias, según sea el caso, a fin de dar el debido cumplimiento a las atribuciones contenidas en el mismo.
Pero, ¿qué pasa cuando una persona comete el delito bajo los efectos de estupefacientes? De acuerdo al artículo 23 del Código Penal para el Estado de Nuevo León, se considera inimputable al acusado que, en el momento de la acción u omisión, se halle en un estado de inconsciencia de sus actos, determinado por el empleo accidental o involuntario de substancias tóxicas, embriagantes, estupefacientes, o por un estado toxinfeccioso agudo o un trastorno mental involuntario de carácter patológico y transitorio.
Aquí los adictos tendrán una salida para no ser condenados por algún delito que cometan, situación que deja a la sociedad más desprotegida y con temor.
Ahora bien, analicemos por un momento el dictamen, ¿el consumo personal resuelve algo? El debate se ha instalado en algunos ámbitos y ocupa cada vez más lugar en los medios de comunicación.
Periodistas, políticos, hasta jueces, suelen argumentar a favor de la legalización de las drogas hoy prohibidas (cocaína, marihuana, heroína, etc.) por considerar que la prohibición ha acarreado más problemas que soluciones y que se impone un cambio en la estrategia general en relación a esta problemática.
Es notable la firmeza con que se han incrustado algunos lugares comunes, no sólo en los medios de comunicación sino en ámbitos políticos y académicos.
Uno de ellos es, justamente, cuando se reflexiona acerca de si se debe liberar la venta de drogas hoy ilegales, comparar esta situación con la prohibición del alcohol en los EEUU a comienzos del siglo XX y afirmar que la prohibición hace crecer la criminalidad.
Como dos más dos suelen ser cuatro, la conclusión que los partidarios de la apertura del mercado de las drogas extraen es: al liberalizar se terminan las mafias.
Y esto, que se escucha más a menudo de lo que sería bueno, implica una pobre argumentación, que se refiere apenas a un aspecto de la cuestión como es el del aumento o disminución del delito, cuando en realidad deberíamos enfocar el problema de si, con la legalización, aumenta o disminuye el consumo, tanto de alcohol en el ejemplo antes expuesto, como de las drogas hoy ilegales si llegara a liberalizarse su comercio.
En el caso de los EEUU, los mafiosos ilegales jamás desaparecieron cuando se abolió la prohibición, pasaron a ser empresarios.
Podría decirse, en un arranque de pragmatismo, que es mejor tener empresarios que paguen sus impuestos y no forajidos del tipo Bonnie and Clyde, pero entonces que no se insista con el argumento de que la legalización termina con la delincuencia, apenas convierte a los delincuentes en gerentes, enseñándoles a convivir civilizadamente, cambiando las escopetas por el management.
Habría que decir, además, que el consumo de alcohol desde entonces ha aumentado exponencialmente y que, luego de la legalización, su producción se convirtió en un negocio que no ha cesado de crecer hasta el presente, momento en que recluta sus clientes entre menores de edad, un mercado con el que no podían ni soñar los mafiosos de la ley seca.
Entonces, bajo el pragmatismo de quienes opinan que un delito termina con la despenalización, habría que reflexionar si, en una extensión por el absurdo, están sugiriendo que se terminaría con todo tipo de crímenes con el simple método de modificar el código penal, de abolir las leyes que establecen esos delitos, de ejecutar un pase mágico para eliminar la penalización.
Sería como imaginar que para terminar con la corrupción bastaría con legalizar el sistema de coimas.
Se podría llegar, incluso, a fijar por ley un porcentaje de esas transacciones destinado a obras de bien público.
El gobierno de los Estados Unidos gasta millones de dólares en su supuesta lucha contra el narcotráfico mientras su país ocupa una vergonzosa y protagónica posición por el gran número de consumidores de drogas que tiene y el reporte anual sobre drogas de la Naciones Unidas, aún cuando intenta mostrarse optimista, revela que el supuesto problema de las drogas es en realidad incontrolable.
Elementos corruptos entre policías, jueces, políticos y otros tipejos en todo el mundo son parte de la cadena alimenticia que el negocio de las drogas genera y varios de los que proponen su erradicación están ganando dinero de alguna u otra manera gracias a todo el circo que el tema genera.
No entiendo a los legisladores, por un lado prohíben fumar en ciertos lugares para ir erradicando ese vicio que tanto daño causa a los jóvenes, pero por otro lado, están permitiendo el consumo de drogas que hace más daño todavía.
Imaginemos como va estar la próxima generación con tanta libertad de consumo de drogas, alcohol, en los antros donde acuden los jóvenes y que la autoridad no clausura aún y cuando exceden en los horarios de venta, ahí empieza todo, claro que la educación familiar también es importante, porque es donde se generan y se fortalecen los valores.
La educación, concienciación y adopción de valores y responsabilidades por parte todos los niveles de la sociedad es un proceso que requiere tiempo.
También la transformación de una industria hoy en día tan potente y sumergida como el narcotráfico.
Legalizar la producción y comercialización de todas las drogas de la noche a la mañana puede comportar malas consecuencias para la salud pública, por lo que el remedio sería peor que el problema.
El autor es asesor y litigante. Cuenta con Maestría en Derecho Mercantil. Miembro del Colegio de Abogados de Nuevo León, A.C. correo electrónico: alexgomez66@yahoo.com.mx
Mi estimado Señor Licenciado Don Alejandro Gómez:
Acabo de leer tu mensaje y ver tu nota.
Te felicito, la verdad está muy clara, expones las cosas como son y de manera que se pueden entender.
Tú sabes que tengo mi blog VALE LA PENA, http://gomezporchini.blogspot.com/, donde he venido publicando notas que he visto y me parecen interesantes.
Espero me autorices reproducirla en el blog y si fuera necesario, me gustaría me permitieras hacerlo de igual modo con algunas otras de tus notas, pues ninguna tiene desperdicio.
Lo malo es que la vida nos va apurando más allá de lo que quisiéramos.
Ahora, ya jubilado, con todo el tiempo del mundo para mí, pensé que podría hacer muchas más cosas, entre ellas, cultivar la amistad de quien vale la pena, como es tu caso.
Sin embargo, nunca falta un pero, la misma vida se ha encargado de no darme reposo, claro, sin la presión de antaño, pero sin reposo.
Espero comprendas mis cuitas.
Quedo a tus órdenes y sigue pendiente el café.
José Manuel.
Alejandro Gómez para usuario
Mostrar detalles 16:48 (hace 5 horas) Responder
Adelante José Manuel, ojalá y te sirvan los artículos, ya después tendremos tiempo para el café
Saludos
En el dictamen indica las cantidades de narcótico en posesión que pueden considerarse como “consumo personal”.
Se expone que, va existir un programa nacional para la prevención y tratamiento de la farmacodependencia; programa que deberá establecer los procedimientos y criterios para la prevención, tratamiento y control de las adicciones y será de observancia obligatoria para los prestadores de servicio de salud del Sistema Nacional en todo el territorio nacional y en los establecimientos de los sectores público, privado y social que realicen actividades preventivas, de tratamiento y de control de las adicciones y la farmacodependencia.
Otra cuestión de gran importancia es que, el Ministerio Público no ejercerá acción penal por el delito de posesión de narcóticos sin autorización legal, si el inculpado se somete y cumple voluntariamente el tratamiento médico respectivo para atender su farmacodependencia o en el caso de los no farmacodependientes a los programas de prevención correspondientes que al efecto señale la autoridad sanitaria; tratamiento que suspende el plazo para la prescripción de la acción penal por el tiempo que ello dure.
Empero, en caso de que el inculpado incumpla con el mismo, se impone la obligación de reanudar el procedimiento y el Ministerio Público podrá ejercer acción penal.
La Federación y las entidades federativas contarán con un plazo de tres años a partir de la entrada en vigor del decreto que se apruebe, para realizar las acciones necesarias, según sea el caso, a fin de dar el debido cumplimiento a las atribuciones contenidas en el mismo.
Pero, ¿qué pasa cuando una persona comete el delito bajo los efectos de estupefacientes? De acuerdo al artículo 23 del Código Penal para el Estado de Nuevo León, se considera inimputable al acusado que, en el momento de la acción u omisión, se halle en un estado de inconsciencia de sus actos, determinado por el empleo accidental o involuntario de substancias tóxicas, embriagantes, estupefacientes, o por un estado toxinfeccioso agudo o un trastorno mental involuntario de carácter patológico y transitorio.
Aquí los adictos tendrán una salida para no ser condenados por algún delito que cometan, situación que deja a la sociedad más desprotegida y con temor.
Ahora bien, analicemos por un momento el dictamen, ¿el consumo personal resuelve algo? El debate se ha instalado en algunos ámbitos y ocupa cada vez más lugar en los medios de comunicación.
Periodistas, políticos, hasta jueces, suelen argumentar a favor de la legalización de las drogas hoy prohibidas (cocaína, marihuana, heroína, etc.) por considerar que la prohibición ha acarreado más problemas que soluciones y que se impone un cambio en la estrategia general en relación a esta problemática.
Es notable la firmeza con que se han incrustado algunos lugares comunes, no sólo en los medios de comunicación sino en ámbitos políticos y académicos.
Uno de ellos es, justamente, cuando se reflexiona acerca de si se debe liberar la venta de drogas hoy ilegales, comparar esta situación con la prohibición del alcohol en los EEUU a comienzos del siglo XX y afirmar que la prohibición hace crecer la criminalidad.
Como dos más dos suelen ser cuatro, la conclusión que los partidarios de la apertura del mercado de las drogas extraen es: al liberalizar se terminan las mafias.
Y esto, que se escucha más a menudo de lo que sería bueno, implica una pobre argumentación, que se refiere apenas a un aspecto de la cuestión como es el del aumento o disminución del delito, cuando en realidad deberíamos enfocar el problema de si, con la legalización, aumenta o disminuye el consumo, tanto de alcohol en el ejemplo antes expuesto, como de las drogas hoy ilegales si llegara a liberalizarse su comercio.
En el caso de los EEUU, los mafiosos ilegales jamás desaparecieron cuando se abolió la prohibición, pasaron a ser empresarios.
Podría decirse, en un arranque de pragmatismo, que es mejor tener empresarios que paguen sus impuestos y no forajidos del tipo Bonnie and Clyde, pero entonces que no se insista con el argumento de que la legalización termina con la delincuencia, apenas convierte a los delincuentes en gerentes, enseñándoles a convivir civilizadamente, cambiando las escopetas por el management.
Habría que decir, además, que el consumo de alcohol desde entonces ha aumentado exponencialmente y que, luego de la legalización, su producción se convirtió en un negocio que no ha cesado de crecer hasta el presente, momento en que recluta sus clientes entre menores de edad, un mercado con el que no podían ni soñar los mafiosos de la ley seca.
Entonces, bajo el pragmatismo de quienes opinan que un delito termina con la despenalización, habría que reflexionar si, en una extensión por el absurdo, están sugiriendo que se terminaría con todo tipo de crímenes con el simple método de modificar el código penal, de abolir las leyes que establecen esos delitos, de ejecutar un pase mágico para eliminar la penalización.
Sería como imaginar que para terminar con la corrupción bastaría con legalizar el sistema de coimas.
Se podría llegar, incluso, a fijar por ley un porcentaje de esas transacciones destinado a obras de bien público.
El gobierno de los Estados Unidos gasta millones de dólares en su supuesta lucha contra el narcotráfico mientras su país ocupa una vergonzosa y protagónica posición por el gran número de consumidores de drogas que tiene y el reporte anual sobre drogas de la Naciones Unidas, aún cuando intenta mostrarse optimista, revela que el supuesto problema de las drogas es en realidad incontrolable.
Elementos corruptos entre policías, jueces, políticos y otros tipejos en todo el mundo son parte de la cadena alimenticia que el negocio de las drogas genera y varios de los que proponen su erradicación están ganando dinero de alguna u otra manera gracias a todo el circo que el tema genera.
No entiendo a los legisladores, por un lado prohíben fumar en ciertos lugares para ir erradicando ese vicio que tanto daño causa a los jóvenes, pero por otro lado, están permitiendo el consumo de drogas que hace más daño todavía.
Imaginemos como va estar la próxima generación con tanta libertad de consumo de drogas, alcohol, en los antros donde acuden los jóvenes y que la autoridad no clausura aún y cuando exceden en los horarios de venta, ahí empieza todo, claro que la educación familiar también es importante, porque es donde se generan y se fortalecen los valores.
La educación, concienciación y adopción de valores y responsabilidades por parte todos los niveles de la sociedad es un proceso que requiere tiempo.
También la transformación de una industria hoy en día tan potente y sumergida como el narcotráfico.
Legalizar la producción y comercialización de todas las drogas de la noche a la mañana puede comportar malas consecuencias para la salud pública, por lo que el remedio sería peor que el problema.
El autor es asesor y litigante. Cuenta con Maestría en Derecho Mercantil. Miembro del Colegio de Abogados de Nuevo León, A.C. correo electrónico: alexgomez66@yahoo.com.mx
Mi estimado Señor Licenciado Don Alejandro Gómez:
Acabo de leer tu mensaje y ver tu nota.
Te felicito, la verdad está muy clara, expones las cosas como son y de manera que se pueden entender.
Tú sabes que tengo mi blog VALE LA PENA, http://gomezporchini.blogspot.com/, donde he venido publicando notas que he visto y me parecen interesantes.
Espero me autorices reproducirla en el blog y si fuera necesario, me gustaría me permitieras hacerlo de igual modo con algunas otras de tus notas, pues ninguna tiene desperdicio.
Lo malo es que la vida nos va apurando más allá de lo que quisiéramos.
Ahora, ya jubilado, con todo el tiempo del mundo para mí, pensé que podría hacer muchas más cosas, entre ellas, cultivar la amistad de quien vale la pena, como es tu caso.
Sin embargo, nunca falta un pero, la misma vida se ha encargado de no darme reposo, claro, sin la presión de antaño, pero sin reposo.
Espero comprendas mis cuitas.
Quedo a tus órdenes y sigue pendiente el café.
José Manuel.
Alejandro Gómez para usuario
Mostrar detalles 16:48 (hace 5 horas) Responder
Adelante José Manuel, ojalá y te sirvan los artículos, ya después tendremos tiempo para el café
Saludos
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