Moisés Gómez Porchini
El llamado a que los candidatos firmen sus compromisos de campaña ante un notario público ha tenido una amplia repercusión en los medios y entre la sociedad por una simple razón: refleja fielmente lo que sentimos como electores, que estamos hartos de que se nos vea como a una simple masa obligada a elegir exclusivamente de lo que los partidos deciden que podemos elegir, esto es, candidatos que nada tienen que ver con nuestros intereses, cuyo compromiso real está establecido, y eso lo entendemos muy bien, con las cúpulas que los designan.
En el curso de los años, hemos sido testigos de cómo uno y otro candidato ofrece las perlas de la virgen durante la campaña, pues al fin y al cabo, ¿quién le va a exigir después que cumpla? Aún más, si no quiere, ni siquiera regresa al distrito por el que es electo, a menos, claro está, que busque la presidencia municipal o quiera ser candidato a gobernador o senador, pues entonces sí, lo vemos hasta en misa y nos saluda. La cuestión de fondo es que los intereses a los que responde no sólo están muy lejanos a los intereses del pueblo, sino que suelen resultar encontrados, pero no lo confiesan.
Jamás un candidato de ningún partido en México ha propuesto durante su campaña elevar los impuestos para resolver la falta de recaudación fiscal del gobierno mexicano, pero en los hechos, más tardan en sentarse en la curul que aprobar cada año una nueva miscelánea fiscal llena de recovecos pensados para exprimir a los contribuyentes, en especial a los cautivos.
Podemos recordar muy claramente los intentos de nuestros diputados por aprobar el IVA a los alimentos y a las medicinas, aunque a ellos se les olvide o pretendan que se nos olvide y no veo que nadie lo use ahora durante su campaña. ¿En qué momento el PRI y el PAN hablaron durante las anteriores campañas de establecer un impuesto al dinero en efectivo que depositamos en el banco?
Así es que ahora, cuando se sienten cuestionados, empiezan a hablar de propuestas, pero la verdad, es que éstas son demasiado abstractas y no constituyen un verdadero compromiso, pues claro que todos queremos el bienestar de la sociedad, pero no nos dicen cómo esperan lograrlo. Nos ofrecen todo, condicionado, claro está, a que votemos por ellos. Pero, ¿qué significa votar por ellos? Lo único seguro es que ellos van a ganar 152 000 pesos al mes. Así de simple. Sin contar todos los privilegios que acompañan al hecho de ser diputado federal en México.
Al votar por ellos, les damos un pasaporte para que formen parte del privilegiado grupo de mexicanos que ganan de tal manera que no les preocupa en lo absoluto la carestía que nos agobia a la mayoría; mientras sean diputados, junto con los presidentes municipales, gobernadores, rectores, ministros, magistrados y demás socios, disfrutarán de las mieles del estado mexicano en abundancia, de una manera con la que el pueblo sólo puede soñar, pues un diputado gana cien veces lo que un obrero. ¿Le podemos creer realmente a un diputado que se preocupa por el pueblo cuando se instala cómodamente a disfrutar sus privilegios mientras más de diez millones de mexicanos se despiertan cada día sin tener la seguridad de qué tendrán qué comer?
¿Quieren firmar compromisos? Me gustaría verlos firmar uno solo. Me gustaría ver a un candidato comprometerse a proponer y apoyar, el primer día en que entre en funciones, una ley de emergencia que acabe con los insultantes sueldos estratosféricos que ganan los funcionarios mexicanos, incluyéndolos a ellos mismos.
Que firmen el compromiso de proponer y apoyar una ley que fije en 70 000 pesos al mes el sueldo máximo de los funcionarios, del presidente para abajo. No más 500 000 pesos para los ministros o los del IFE, que son un verdadero insulto al pueblo. Al que no le sirva ese sueldo, que renuncie.
Que firmen el compromiso de impedir que ningún funcionario mexicano que reciba un sueldo del erario público gane más de 70 000 pesos mensuales, sin importar si es federal, estatal, municipal, paraestatal o cualquier otro tipo que exista. Que se comprometan a detener el saqueo que se da por medio de los sueldos en todos los órdenes del gobierno mexicano.
Pídale a su candidato que le firme el compromiso. Si acepta o no hacerlo, usted sabrá si merece o no su voto.
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