Si.
Si puedes estar firme cuando en tu derredor
todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza;
si cuando dudan todos, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes excusar su flaqueza;
si puedes esperar y a tu afán poner brida,
o blanco de mentiras esgrimir la verdad,
o siendo odiado al odio no dejarle cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad;
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey:
si piensas y el pensar no mengua tus ardores;
si el triunfo o el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo, como a dos impostores:
si puedes soportar que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados,
o mirar hecha trizas tu adorada quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados;
Si todas tus ganancias poniendo en un montón
Las arriesgas, osado, en un golpe de azar,
Y las pierdes, y luego, con bravo corazón,
sin hablar de tus pérdidas vuelves a comenzar;
si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlos cuando en tí todo flaquea
menos la voluntad que te dice: ¡Adelante!
Si entre la turba das a la virtud abrigo;
si marchando con reyes del orgullo has triunfado;
si no pueden herirte ni amigo ni enemigo;
si eres bueno con todos, pero no demasiado,
y si puedes llenar los preciosos minutos
con sesenta segundos de combate bravío,
tuya es la Tierra y todos sus codiciados frutos,
y lo más importante: ¡serás hombre, hijo mío!
Rudyard Kipling. 1865-1936
jueves, 20 de enero de 2011
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