Hace unos días, sostuve una interesante reunión con uno de los más prominentes miembros del gabinete del Gobierno del Estado.
Hablamos de diversos temas.
El primero: el perfil de ellos mismos, del gabinete, la experiencia que muchos de ellos tienen en el sector público, su paso por otros espacios y sus resultados satisfactorios ante la opinión pública, razones todas para tener una alta expectativa sobre sus proyectos y entender que el Gobernador del Estado es una persona inteligente, al rodearse de un equipo preparado y experto.
Me decía, con gran claridad, que la propuesta para integrarlos al gabinete había recaído en varias ofertas, entre otras una que me llamó mucho la atención por su honestidad: invitarlos a salir de su zona de confort (donde seguramente estaban actualmente) para venirse a trabajar para hacer de Tamaulipas el estado que todos queremos para nuestros hijos. Me pareció una razón de mucho peso y entonces entendí el por qué de la aceptación de estos hombres de ideas y de acción por integrarse en estos momentos a sacar adelante al Estado.
Creo firmemente que el planteamiento es el adecuado, porque al final todos los que amamos esta tierra, ya sea porque somos nativos de ella o porque nos ha dado la oportunidad de crecer y desarrollarnos, tenemos un compromiso por sacarla adelante, por lograr su plenitud y por legar mejores condiciones de vida para los que vienen.
El comentario, sin embargo, nos llevó a otras reflexiones.
Continuamos hablando de la zona de confort y de cómo los gobiernos, tanto municipales, como estatales e incluso federales, han vivido en ella, sin querer arriesgar su espacio, al no intentar nuevas alternativas.
“Es un hecho que es más fácil trabajar unilateralmente, con decisiones directas, sin tener que pasar por el filtro del consenso con la sociedad, pero esas decisiones cada vez tienen menos peso y durabilidad, porque no están sustentadas en lo que la gente opina, a pesar de que alguna vez votaron por un partido con un proyecto definido” le dije.
Él, gran conocedor del derecho y de los movimientos políticos, agregó aun más a mi reflexión. Me dijo que gran parte de los problemas de todos los gobiernos, se debían a su alejamiento de la sociedad, por lo que precisamente ese era el proyecto actual, gobernar con la sociedad para generar verdaderos resultados, que aporten a nuestra tierra las soluciones que todos queremos.
Hablamos también de la responsabilidad social, una propuesta metodológica que permite que los gobiernos, las organizaciones sociales, las empresas y los ciudadanos de a pie, puedan contribuir de manera sistemática con el mejoramiento del entorno y de las condiciones de vida. Una solución que han experimentado ya en países de gran avanzada en el tema como Dinamarca, Noruega y España en el viejo continente y Brasil, Chile y Colombia, en el nuestro.
Gracias a ese ejercicio, han logrado impulsar sus acciones en conjunto por una parte y por la otra, han logrado salir de crisis de seguridad y económicas que se sentían mucho más densas y pesadas que la que ahora vivimos en todo nuestro país.
Es decir, que soluciones existen y que están los mejores hombres trabajando para que eso sea una realidad.
Al menos, desde el gobierno del estado.
¿Y los ciudadanos?
Hay muchos ejemplos de organizaciones de la sociedad civil que ya participan activamente con propuestas y con acciones de cambio y de fortaleza, basadas en acciones éticas y transparentes.
También existen ciudadanos expertos que aportan su tiempo y conocimientos en proyectos de orden público. Asimismo empresas que se están decidiendo por la responsabilidad social empresarial como una vía para que su rentabilidad se sustente en la práctica de valores.
¿Leyes? Hay varias que ya promueven y fundamentan el accionar conjunto de gobierno y sociedad.
¿Será suficiente?
Nuestro estado y nuestros municipios necesitan del concurso de todos, este es el momento de que se manifiesten las voluntades políticas de quienes tienen que promover este pacto y salir todos, de una vez por todas, de nuestra zona de confort.
Leopoldo Lara Puente
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