martes, 27 de septiembre de 2011

Lo acepto, soy corrupto. Rafael Rodríguez Solís

Yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado, libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones”
Samuel Fielden

INTRODUCCIÓN
Título interesante, ¿no es cierto? A pesar de que me duela admitirlo me considero lo suficientemente valiente para decirlo y también, para decir que todos lo somos. Entiendo que existen grados de corrupción, pero antes de llegar a las grandes ligas, como las de los políticos en donde millones de personas salen afectadas, en mi humilde opinión todo comienza desde muy atrás, con pequeñas cosas en donde sacamos ventaja con tal de que la situación gire a nuestro favor.

Haciendo uso de fuentes fidedignas de nuestro idioma, la Real Academia Española define corrupción como: práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. Pero basta de cosas tan rimbombantes, bajemos a la realidad a ver las cosas como son actualmente en México, ya que es lo que importa, como diría Luis Miguel, así se lleva México en la piel.

DESARROLLO
Comenzaré el presente ensayo narrando una pequeña anécdota que me sucedió el otro día, con la cual caí en cuenta de muchas cosas, que por lógica en aquel momento me pareció un problema insignificante, dependiendo del punto de vista que se vea, claro está; sin embargo, después mi mente empezó a divagar y se me abrieron los ojos que, con este tipo de situaciones tan pequeñas, nuestro país se encuentra con tanta corrupción.

Mi historia comienza con una confesión, soy adicto al café. Podría llamarme cafeinómano si al lector le parece más cómodo, el punto es que me gusta el café, no solía ser de mi agrado, pero al momento de entrar a la muy cliché “Vida Itesm” se convirtió en una rutina necesaria debido a las horas intensas de estudio. Mi rutina diaria consiste que a cualquier hora del día, de preferencia en la mañana, pasar por un café a Starbucks; por lógica después de dos años de estudios y diario un café, la amistad con los empleados de Starbucks empezó a surgir al grado que hoy en día ya me conocen, me saludan y hasta recitan de memoria lo que voy a pedir mejor que Octavio Paz.

Desde mi punto de vista este tipo de cosas me convienen, ya que la orden es más fácil y no tengo que explicar lo que quiero, con tan sólo asentir ya me doy a entender. No obstante el otro día me encontré la situación en que traía un poco de prisa, necesitaba mi café diario y la fila en Starbucks estaba más larga que la venta de los boletos de Justin Bieber, entonces se me hizo fácil ir directo al mostrador y saludar a mis nuevos amigos que trabajan ahí; el resto supongo que el lector se lo puede imaginar, obtuve mi café sin hacer la fila.

Al momento de recibir un trato preferencial me sentí como se sentiría una hamburguesa en Somalia, todos viéndome, tratando de comerme y miradas de odio. Supongo que sabe a lo que me refiero, ya que todos hemos sido tratados con ciertas ventajas en algún punto de nuestras vidas.

Después de este acontecimiento mi mente se empezó a proyectar en todas las injusticias del mundo que la mayoría terminan siendo a causa de la corrupción de unos pocos. Es decir, tomando como ejemplo mi caso, sé que fui corrupto y que debí de haber hecho fila como cualquier mortal, pero viéndolo fríamente, crear una amistad con los empleados de ahí me costó esfuerzo tanto emocional como económico, lo mínimo que podría recibir es un mejor trato después de ir diariamente durante dos años, ¿estoy en lo correcto?

Empero, viendo el otro lado de la moneda, poniéndome en la posición de las personas haciendo cola en aquél momento, hubiera armado un escándalo, peleado mis derechos y probablemente exigido que mínimo me dieran una bebida gratis.

Por supuesto que el hecho de que todo saliera perfecto hubiera sido en un mundo tan utópico que ni la ONU se lo creería. Lamentablemente así es la sociedad donde vivimos, sobre todo en México; en el 2011 ya son más de 52 millones de personas que viven en la pobreza de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), lo que significa el 46.2% de la población en México, casi la mitad de la población literalmente hablando.

¿Justicia? ¿Equidad? ¿Igualdad? En verdad, ya hasta me parece divertido, sigamos hablando de un México renovado después de la celebración de su bicentenario, con tantas fiestas en la que a todo mexicano le sale lo patriótico, con el supuesto futuro “boom” que va a dar el petróleo y sin olvidar a Ximena Navarrete, nuestra segunda Miss Universo mexicana, cuando tenemos a la mitad de la población sin acceso a los alimentos básicos y también, políticos que se hacen ricos por minutos.

Por supuesto que entiendo que es una posición muy dura para juzgar, incluso a mi parecer es excesivamente negativa, pero cuando ya se está hablando de la mitad de la población de un país en condiciones de pobreza extrema, debemos tomas medidas fuertes. 

También si nos ponemos a ver todo desde una perspectiva fría, la situación de México es hermosa ante los ojos de aquellas personas que su cuenta bancaria crece exponencialmente sin importar a quienes afecte, aunque dándoles mérito, les costó llegar hasta el estatus en el que se encuentran.

En ocasiones me gusta pensar que México es como la famosa foto de Kevin Carter publicada en el New York Times en 1993, ganadora del Pulitzer, la cual sigue siendo motivo de controversia. En aquella foto podemos distinguir a un buitre al acecho de un niño desnutrido, prácticamente esperando su muerte para alimentarse de él. Metafóricamente hablando, piénsenlo así, los políticos son el buitre, y el 46.2% de la población en pobreza son el niño. De repente todo parece más claro, ¿verdad?

“El mundo es de los vivos” célebre frase conocida o cuando menos alguna vez escuchada por cualquier persona, pero si me permiten hacerle un pequeño cambio, “El mundo es de los ricos” aplicaría mejor a la situación actual de México.

Es complicado entender la corrupción, ya que si sale beneficiado es prácticamente seguro que no va a decir nada y simplemente seguirá delante de acuerdo con todo lo que pase. Pero si nos detuviéramos un momento a pensar que cómo están siendo afectadas terceras personas, tal vez dudaríamos en hacerlo, pero la conveniencia es más fuerte.

CONCLUSIÓN
            Pensar que de un simple café se derivó toda una problemática involucrando al mundo entero. Es difícil tratar de solucionar la corrupción, porque por momentos pienso que la solución sería aplicar la de Rusia hasta hace unos cuantos años, un comunismo. Un gobierno donde todo es absolutamente igualitario, como siempre salen dos caras de la moneda, por un lado suena maravilloso, no te tienes que esforzar ya que siempre ganarás lo mismo; no obstante si se encuentra posicionado en la otra cara de la moneda, no creo que sea muy agradable que hayas estudiado toda tu vida, preparado con carrera, maestría y doctorado que te respalden y cuando te metas al mundo laboral, acabes ganando lo mismo que gana un albañil, no parece justo.

            Suena bien como idea pero ya aplicado no funciona. Todo depende de la situación en la que te encuentres, cuando la situación te favorece no hay manera de que quieras ser justo, ya que pretende algún sacrificio de tu parte. Entonces todo se resume a que los mexicanos somos personas que están acostumbradas a ver por sí mismos, supongo que nos guiamos por la frase “el fin justifica los medios”. Aunque también quiero aclarar que es difícil no hacerlo cuando la sociedad te incita a hacerlo, es un acto de adaptación por parte de las personas que nos enfrentamos a una sociedad ya corrupta.

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