jueves, 13 de octubre de 2011

Conocimiento compartido. Adriana Martínez Cano



“El regreso a la realidad” para muchos es despertar de un sueño o de pasar esos 10 segundos pensando en el futuro y la vida maravillosa. Para otros significa regresar después de algún tiempo fuera de tu ciudad o casa a la rutina, al tráfico, a las calles donde transitaba, y el regreso quizá al mismo trabajo del que siempre había quejas y reclamos.

 La diferencia estriba que para la persona que regresa a su  lugar de residencia después de estudiar, trabajar, tener una experiencia de crecimiento interior y/o intelectual o simplemente  vivir en el extranjero, esa realidad es más impactante que para el que nunca se alejo, el que la vive diariamente. Hablo precisamente de las situaciones en que como país estamos viviendo, saber cómo nuestros gobernantes toman decisiones, cómo tratan de dirigir la política y “resguardar” los derechos del pueblo.  Aún existen personas que como profesionistas regresan a su lugar de origen con nuevos bríos e ideas y para cambiar lo que se observa y vive; la inseguridad, corrupción, falta de empleo entre tantas cosas más, y esto hace que  con mayor preocupación  generen ideas para crecer y de este modo puedan aportar toda su preparación en su País.

Precisamente para que su “regreso a la realidad” tome matices alentadores y mejore el panorama para sí mismos y además para quienes ya viven día a día esa realidad social. 

Muchas veces he escuchado o me han cuestionado sobre la obligación de regresar o aportar a la sociedad parte de lo aprendido, para la creación de oportunidades, por qué debe existir si el mismo régimen se las ha negado a muchas otras personas.

Es pertinente en la reflexión para   estas líneas analizar que si es necesario, no es obligación pero es cuestión de gratitud y acción social. ¿Actualmente qué hacemos como parte de la sociedad para mejorar las condiciones en las que vivimos?  Debemos poner en práctica nuestro rol como ciudadanos, nuestra aportación al entorno donde nos desenvolvemos debe ser de calidad, no de cantidad, no importa la profesión que ejerzamos, no importa que sólo sean unas horas al día o una actividad en específico, sino lo que en realidad debe ser fundamental es crear, motivar y sobre todo cultivar la acción social; contagiar a nuestros vecinos, compañeros de trabajo, estudiantes o amigos en llevar a cabo acciones como ciudadano “sujeto de derechos políticos  que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país”.[1]

La participación de todos en forma activa nos ayuda a generar mejores condiciones sociales, no basta quejarnos de los tiempos en que vivimos, el índice de desempleo, robos, pobreza, la preocupación debe sustentarse en acciones para erradicarlas no como órgano político de toma de decisiones sino como parte de la sociedad civil, hay muchas vías en las cuales podemos participar.

Ser parte de una asociación, en el área ambiental, educativa, de género, de cuidado a la niñez, hay un sin número de instituciones en las que podemos aportar un “granito de arena”, pensando siempre en que si cultivamos el sentido de la gratitud estamos formando personas que también aportarán y generarán áreas de oportunidad.

Regresar a la realidad y tratar de cambiarla en pro de una comunidad no está prohibido, limitado o censurado, las barreras las creamos nosotros mismos. Podemos utilizar el modelo conocido como conocimiento compartido, donde a través de diversos medios y en específicos tecnológicos,  creemos fuentes abiertas para que todas las personas puedan tener acceso a ideas, programas, capacitación, o educación.

Pensemos seriamente en si tenemos una profesión, un gusto, o un área que sabemos desarrollar o somos expertos, podemos “compartirla”, esto es sencillo, es extender a otros la posibilidad de conocer y aprender sobre un tema, de complementar un rubro, política, salud, deporte, cultura, valores, cualquier tópico nos hace crecer como personas y si lo compartimos generaremos redes de complemento social, de este modo la comunidad estará más preparada para enfrentar los cambios económicos o sociales que puedan generarse. 

Lo que quiero hacer notar con esto es que quienes tiene la oportunidad de tener una carrera tienen herramientas con que defenderse, en la búsqueda de empleo, pero quienes no tienen o tuvieron el acceso a un estudio formal es a través del conocimiento compartido y ayuda de la comunidad donde se pueda generar la diferencia, y aquí si  el gobierno o las instituciones apoyan en la creación de programas o sistemas, pueden estas personas adoptar esas herramientas y “armas” que ayudarán en el  desarrollo social y lo que es mejor aún seguir aportando  también a su comunidad.

Actualmente no es difícil iniciar pues considerando el avance tecnológico todo se vuelve más fácil, existen redes sociales, paginas y sistemas en especifico de código abierto en Universidades de prestigio para que haya  acceso a temas y clases que se imparten en las mismas, solo es cuestión de utilizarlas.

Aportar a nuestra comunidad no es tratar de cambiar el mundo de un día para otro, hacer que la realidad en que vivimos sea mejor depende del objetivo que nos plantemos cada nuevo día, si eres docente, estudiante, comerciante, profesionista recuerda que todos tenemos algo especial y podemos trascender fijándonos un claro objetivo; el éxito, esto se reflejará  en ti y en la sociedad.










[1] Real Diccionario de la lengua española

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