«Las utopías son presentadas para nuestra inspección como crítica de la raza humana. Deben de ser tratadas como ejercicios triviales de imaginación. Sugiero una simple prueba que podemos aplicar. Deberíamos de olvidarlos de toda la parafernalia de la descripción social, demostración, aprobación y condenación. En cambio, deberíamos preguntarnos, “¿Cómo podría vivir en esta sociedad propuesta? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar antes de que pierda la cordura?”»
William Golding
INTRODUCCIÓN
Desde su aparición, el hombre ha estado en constante relación con los individuos que los rodean, a esto le llamamos sociedad. Interactuando a través de los años, nos hemos ido dando cuenta que éstas relaciones no son tan fáciles de llevar debido a la diferencia de pensamientos; buscando una solución a este problema, el hombre ha intentado distintos tipos de sociedades, pero todas tienen ventajas y desventajas.
A pesar de todo esto, no hemos perdido la esperanza de encontrar aquella sociedad en la que los individuos que la integren interactúen sin problema alguno, una sociedad tan perfecta que no existe; encontrar nuestra utopía. Ésta, es una palabra que nos ha causado controversia, es decir, ¿en verdad es irreal? ¿En algún futuro podremos alcanzarlo? ¿O simplemente es un producto más de nuestra imaginación? Y si fuera así, ¿de qué sirve encontrar una sociedad perfecta, si los individuos que la habitan no tendrían las características suficientes para vivir en ella?
Todo se reduce al dilema: ¿podremos encontrar aquella sociedad donde no existan los problemas y todos sus habitantes vivan felices?
DESARROLLO
Utopía
Se podría definir como idealización humana de un mundo alterno al existente, situado en una abstracción de tiempo y espacio donde todos sus individuos actúan de acuerdo a ciertas pautas resultando la sociedad perfecta. Tomas Moro en su obra “Utopía” (1516), refiere este nombre a una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas.
El ser humano es un ser inquieto y curioso que se acerca a lo que le rodea con una actitud abierta y crítica, inclinado a soñar e imaginar infinidad de posibilidades y mundos perfectos en los cuales vivir. El hombre, como ser pensante se encuentra en una constante búsqueda de la perfección, cómo actuar, cómo pensar, cómo hablar.
Utopías en la historia
El primer ejemplo de una utopía se encuentra en uno de los diálogos más conocidos de Platón, “La Republica”, donde describe lo que sería el Estado ideal, es decir, el Estado justo. Si se investigara en el tema un poco más profundo, se podría dar cuenta que lo existente detrás de todas las diferencias entre los hombres, es simplemente buscar la perfección, pero como cada persona piensa distinto, dicha perfección cambia de perspectiva en relación a cada persona.
En 1919 el Presidente de los Estados Unidos de aquel entonces, Woodrow Wilson se rehusó a reunirse con el embajador Chino y W. E. B. DuBois (líder de la comunidad afroamericano en América) para discutir la matanza que se presentaba en África como consecuencia de la primera guerra mundial. El presidente pensaba que la raza superior era la americana/blanca, y creía ciegamente que el color de la piel era más importante que los derechos universales. Wilson simplemente tenía una ideología de que la raza superior era la americana, ése era su pensamiento, y según él, poniéndolo en práctica encontraría la sociedad que él quería para su pueblo.
Otro gran ejemplo es el de Adolfo Hitler, político alemán de origen austriaco que estableció un régimen nacionalsocialista en Alemania entre 1933 y 1945. Su ideología era la eliminación de los judíos para lograr la purificación de la raza. “Les aseguro que hemos matado alrededor de 170,000 personas en España, pero deberíamos tener el derecho de asesinar de 400,000 a 500,000 personas para la Revolución Nazi. Nuestra tarea no llevará al alejamiento de las naciones; al contrario, nos llevará por primera vez al entendimiento mutuo. También prevendrá a los judíos de tratar de desintegrar y dominar otras personas bajo la máscara de un inocente pueblo.” (Hitler, discurso en enero 30, 1937)
Buscando la utopía mexicana
Ejemplificando utopías en nuestro país se nos presenta el caso del 2 de octubre, mejor conocida como Matanza de Tlatelolco. Fue un movimiento social pacifista en el que participaron en su mayoría estudiante de la UNAM, reprimido el 2 de octubre por un grupo paramilitar llamado Batallón Olimpia y el Ejercito Mexicano, donde el responsable fue el presidente Gustavo Díaz Ordaz. Analizando la situación desde una posición neutral, lo único que buscaba Ordaz era la quietud del pueblo y, de no haberlo hecho, las huelgas y manifestaciones pacíficas, se hubieran salido de control en algún punto. A cada rato se estaría leyendo en los periódicos de huelgas incontrolables y el gobierno no tendría poder sobre el pueblo, que a veces, es algo bueno. En el 2006, Jorge Castañeda publicó en el periódico reforma: “De acuerdo con el informe histórico, en la Plaza de las Tres Culturas murieron cabalísticamente 68 estudiantes y un soldado... Y todo uso de la fuerza pública se empezó automáticamente a asimilar al 68, pero al 68 magnificado: al de los 500, no al de los 68. Todo uso de la fuerza se volvió una masacre en potencia..." A veces la búsqueda de la utopía de cada persona se puede salir de control y tener resultados no deseados.
¿Qué es lo que en verdad buscan? ¿Alguna clase de control absoluto sobre los individuos? ¿Dónde nadie tenga voz ni voto? Si algo se ha demostrado en la historia es que los seres humanos no son fáciles de gobernar, tarde o temprano se cansan de estar bajo el mismo ritmo y llegan las revoluciones o golpes de estado. El gobierno contra el pueblo, una pelea que ha estado desde el inicio de la humanidad, difícilmente se llegará al punto en el que ambos estén de acuerdo, entonces ¿cuál es la verdad detrás de una utopía? Podría llamarle una especie de sociedad donde no se trate de cambiar a la personas, como otras sociedades han tratado de hacer, sino de cambiar la manera de relacionarse entre ellos mismos.
Claramente hemos visto casos donde a la fuerza se aplican las leyes, pero esto simplemente conlleva al enojo del pueblo que a la larga explotará y se creará caos. Sociedades donde el individuo sepa comportarse sería lo ideal, pero más allá, donde quiera comportarse de cierta manera que le resulte a la sociedad en un bien común, no obligados, sino por voluntad propia. Si habláramos de esto, ya estaríamos hablando de una utopía ideológica que, dados los ejemplos de violencia a través de la historia, sería la mejor.
Un pensamiento ideal que siga determinadas pautas, en el cual los individuos actúen bajo ciertos parámetros que sean benéficos para la sociedad, pero, como se encuentra en el pensamiento, también estaría en los principios de cada persona, es decir, todos actuarían así porque así están acostumbrados y les nace actuar así, no porque se vean obligados. A veces es mejor dejar que cada persona descubra aquello en lo que es bueno, aquello que le resulte fácil de hacer y lo disfrute. Tal vez en un futuro se pueda llegar a la utopía, pero no va a ser fácil habiendo más de 6.5 billones de habitantes en la tierra, y recalcando que cada uno piensa absolutamente diferente, lo que lo hace casi imposible tener un solo gobierno en el mundo.
CONCLUSIÓN
Tal vez por unos cuantos años la violencia funcione, pero no durará para siempre y sólo lleva a un enojo del pueblo. Como seres humanos a veces necesitamos lo contrario a una utopía, las distopías; donde se manipula y adoctrina a todo individuo, un Estado autoritario absoluto bajo la fachada de benevolencia. La combinación de utopía y distopía representan la vida, llena de esperanza y miedo. Se necesita la esperanza para desatar el miedo, pero trabajar por siempre bajo puro optimismo puede ser peligroso.
Los seres humanos son extremadamente diferentes de uno con otro, lo que significa que no todos pueden caer en el mismo pensamiento político. Las utopías dan ilusión, las distopías realismo; juntas forman los dos lados de la experiencia humana. “En los siguientes años, la lucha no será entre la utopía y la realidad, sino entre los diferentes utopías, cada una tratando de imponerse a la realidad. No podemos esperanzarnos en salvar todo, pero podemos al menos tratar de salvar nuestras vidas, para que en algún futuro próximo, tal vez no el ideal, permanezca posible.” (C. Albert, BetweenHell and Reason).
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