CARTA PARA MI MADRE. Irene Ruedas Sotelo.
RTE.
LA MENOR DE TUS HIJAS
DOMICILIO: EL CUERPO QUE TU FERTILIZASTE Y EL ALMA QUE TU
ESCULPISTE
NUM. SEIS DÉCADAS.
CD. LA ACUARELA QUE TÚ ME ENSEÑASTE A CREAR
DESTINATARIA:
MADRE ADORADA Y BENDECIDA
DOMICILIO: EL CIELO, A LA DIESTRA DEL PADRE.
MAMACITA:
Hace
muchos ayeres, el milagro de la vida física cesó para ti, después de una
batalla sin cuartel que duró cuatro años; te
agotaste, te rendiste y tomaste otra de tus muchas sabias decisiones;
esta vez, dejaste de luchar y emprendiste el retorno al hogar de origen, tu
feliz regreso a la morada del Padre Eterno.
Fuiste
un ser humano incomparable, como cada inquilino que habita este espacio
terrenal. Con ese sello único que te caracterizó, tomaste desde tu más tierna
infancia, decisiones que transformaron, para enriquecerla siempre, tu
propia esencia y por convicción, la de
quienes tuvimos el privilegio de ser por ti alumbrados, por ti alimentados, por
ti guiados y de ti sucesores.
En
efecto, el Padre Celestial te sembró para la vida, en una etapa histórica de
graves disturbios políticos, sociales y económicos, que te impusieron una
existencia de carencias, privaciones y miserias económicas y de oportunidades;
en compensación, el Divino Creador, te asignó un PADRE biológico, que a pesar
de su extracción campesina y el machismo
imperante desde entonces y no obstante tu género femenino, depositó en
tu corazón y grabó en tu alma, la semilla, el sueño y la ilusión de la superación
integral que fue tu faro. La orfandad paterna, a tus escasos siete años de
vida, no detuvo la fructificación de aquella semilla, que al morir tu Padre ya
estaba germinando, con tal ímpetu, que te llevó a exiliarte por vocación, no
solamente del medio rural que fue tu cuna, sino de la ignorancia, del
conformismo y de la mediocridad; saliste del agro, sorteaste cien mil
obstáculos, por ejemplo, hambre, frío, enfermedades, humillaciones y sin
embargo, te convertiste en Maestra normalista, pero no en cualquier mentora,
sino en una tenaz, honesta, esforzada y responsable educadora; tan recta y
dedicada que durante el noventa por ciento del tiempo de ejercer el magisterio,
ocupaste con dignidad y excelencia la posición de Directora y no cruzaste
institución de enseñanza alguna sin dejar tu honda y ejemplar marca.
Tu real
mérito, Madre Adorada, fue haber ejercido tu oficio de vida como un caudaloso
río de aguas cristalinas, que en su ruta, su cauce y su trayecto, arrastró
hacia más luminosos horizontes a todos quienes en esa bravía corriente
quisieron converger o humedecerse.
Fungiste
Madre, como un sol, que generoso, reparte su calor a todo lo que toca. Obraste,
Mamacita, como lluvia fresca que todo lo baña e incita a florecer. Actuaste,
Madre, como astro plateado, que en noches de tinieblas, consuela con fulgor de
espejo. Abrazaste, Mamita, como el dulce viento que entre la primavera y el
verano, acaricia la faz y mece los cabellos y con lúdica picardía, como no
queriendo, da un levantón a la amplia falda.
Tu risa
Mamacita, fue tan musical, generosa y espontánea, que en su alegría, con el
canto de los pájaros tenía semejanza. Y… ¡ Me la heredaste, Madre !, igual que
una gran parte de tus virtudes, valores y atributos, que sin haberlos plagiado
los descubrí incorporados a mi equipaje existencial, como coraza, escudo,
espada y perfume, que mis días y mis noches embellecen.
Gracias,
Madre, porque siguiendo tus huellas, aprendí a escribir mi propia historia; a
desafiar mis propias pugnas; a defender y conquistar mi propio territorio; a brillar con luz propia; a esculpir mi propia
dicha y a incrementar el capital de inmortalidad espiritual que anhelo legar a voluntarios
sucesores.
¡
MADRE!, estás VIVA EN MI AMOR, en mi alma, en mis obras, ternuras y alegrías. Estás viva en mis fracasos y
tropiezos, en mis debilidades, errores y defectos, que son recordatorio y
aprendizaje, de que soy, solamente
humana…
BENDITAS
TU INMORTALIDAD Y TU MEMORIA.
¡ MADRE
ADORADA Y BENDECIDA, FELIZ DIA DIEZ DE MAYO !
YO…
Zacatecas, Zac.,
Al leer su "Carta para mi madre" me he conmovido profundamente. Como sí yo la hubiera escrito, adivinando las mismas palabras y el sentimiento para la persona que fue un Ángel Protector en mi niñez. Se humedecen mis ojos al recordar con toda mi gratitud a mi "seño" Pachita, directora de la Esc. "Progreso"-la escuela viejita de la calle Primavera-, donde cursé mi primaria (64-70) cuando tuve la bendición de encontrarme con ella. Alguna vez compartimos lágrimas. En mi memoria queda intacto el recuerdo del regalo especial que me hizo, con la alegría de poderle decir con mi pensamiento: "seño" Pachita, he cumplido, hice tal como me indicó.
ResponderEliminarPor siempre agradecido, reciba un abrazo a nombre de su SEÑORA MADRE, que en Gloria de Dios se encuentra.
Everardo Esparza Huizar
Servidor