Hace
50 años era impensable que un grupo de jóvenes se manifestara en contra de un
candidato presidencial, más aún si fuere en contra del candidato del partido
hegemónico, y mucho menos que declarara la guerra intelectual en contra del
presidente de la república.
México
vivió después de la matanza del movimiento estudiantil del 68 (Tlatelolco) una
transformación plena en la vida estudiantil universitaria, donde los
estudiantes pugnaban por una mejor calidad educativa y el respeto a la
autonomía de las distintas universidades a las que ellos formaban parte. Donde
entre sus pliegos de peticiones de los estudiantes, motivo de su movimiento,
solicitaban a los gobiernos y, en su caso, a la presidencia de la república, no
intervinieran en las tomas de decisiones en la vida interna de las distintas
universidades del país, dando como resultado en esta ardua batalla que miles de
personas fueran desaparecidas o asesinadas en su momento. Es así que después de
muchas cruentas batallas entre los estudiantes y sus opresores, el gobierno
federal o estatal, según fuere el caso, tuvieron que tomar decisiones a favor de
la postura política de los estudiantes, tomando en consideración las múltiples
peticiones de los mismos, dando resultados favorables en la vida universitaria
nacional, viendo con ello los estudiantes satisfecho su arduo esfuerzo por
mantener la autonomía universitaria de su alma mater, a la que ellos formaban
parte.
Con
el panorama anterior, es que llegan los 90´s, con resultados a favor de las
autonomías universitarias públicas, donde los estudiantes, poco a poco, se
fueron desenvolviendo más en el ámbito de la política; ahora los líderes
estudiantiles buscaban llegar a los puestos y mandos en cada una de sus
sociedades (facultades o escuelas) y federaciones de alumnos de las distintas
universidades públicas, desenvolviéndose desde muy jóvenes en la vida interna
de su universidad, conociendo las deficiencias que padecía su universidad,
formando este líder estudiantil posteriormente parte en la estructura
administrativa de su alma mater y que en muchas ocasiones estos líderes han
sobresalido, convirtiéndose con el tiempo en rector de su alma mater o director
de alguna escuela o facultad de su universidad, otros han saltado a la esfera
pública siendo excelentes servidores públicos en su estado.
Es
de admirarse y de respetarse cuando los jóvenes luchan desde su vida
estudiantil por una universidad verdaderamente autónoma, donde no hay la
necesidad de que sus gobernantes en turno en su estado o a nivel nacional,
tengan que limitar los recursos públicos que les corresponde a su universidad. Donde
los gobiernos no deben y pueden elegir a su rector por circunstancias políticas
favorables al gobierno en turno. La Autonomía Universitaria no se debe de
negociar y no se debe de vender a los intereses de los políticos, sea cualquier
su color e ideología; la universidad es por sí sola un mundo diferente de
pensares y de avatares internos, lo que se imparte en las aulas son
conocimientos y experiencias inolvidables, no se puede dejar que los rectores o
directores de las diversas facultades o escuelas de las universidades a nivel
nacional, pretendan menoscabar los liderazgos estudiantiles por estar en contra
de sus pretensiones políticas y personales.
Vemos
con entusiasmo y regocijo que los jóvenes actualmente ya han pasado esa
muralla, esa pared que les prohibía pronunciarse en contra de las malas
decisiones tanto de sus rectores o directores de escuelas y facultades, ese
esmero y organización se ve actualmente en la vida política de nuestro país.
Donde cientos de estudiantes, de muchas universidades a nivel nacional, han
renunciado a su egoísmo y han decidido aliarse para salir a pronunciarse en
contra de los actos de corrupción de los candidatos presidenciales a ocupar la
silla grande, el puesto más importante de México. Teniendo entre sus pliegos de
peticiones que los medios informativos informen correcta y verazmente, que se
ve la efervescencia estudiantil de no estar de acuerdo con la plataforma
política que los candidatos presidenciales han dado a conocer en su campaña
política y en sus diversos discursos políticos, que se han dado cuenta que las
propuestas de los candidatos no son las correctas e idóneas para este México,
que ya despertó; externando su descontento en las diversas redes sociales y en
marchas masivas a nivel nacional.
Es
de orgullo ver cómo los líderes estudiantiles universitarios se han alejado de
su indolencia a la política y de su rivalidad entre sus propias universidades.
Es de aplaudirse.
Todo
sea por el bien de México y por la libertad de expresión, haciendo uso debido y
correcto del acceso a la información pública, recientemente reformado en su
artículo 6º constitucional, en el año de 2007. Enhorabuena.
Esperando
que estas líneas le sean de utilidad, quedo de usted para sus comentarios.
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