Hace nueve años
el haberme involucrado en la problemática social, la realidad de mi país y
sobre todo de mi ciudad, me costó muy caro. Muchos de ustedes conocen la
historia completa, otros superficialmente, otros la versión deformada,
tergiversada. Otros solamente la que ha querido oír.
Lo que es una
realidad es que en el México de hoy comienzan nuevamente a surgir movimientos
de reclamo ante el hartazgo existente por el hacer de una clase gobernante y política
inconsciente, insensible, corrupta e ineficiente.
Esto no es nada
nuevo, pero hoy incluye en algunos casos cada vez más frecuentes, llamamientos
a la violencia e insurrección, de una manera poco pensada y desordenada.
Aprovechando la libertad y amplitud de difusión que ofrecen las redes sociales,
pero sin una estrategia ni plan.
Sí, yo desde
hace muchos años, al igual que muchos mexicanos hoy, me harté de la situación
en que vivía, quise acceder a los espacios donde se cambian las cosas, donde se
decide nuestro presente y compromete nuestro futuro y el de nuestras familias.
Hacerlo tuvo un costo muy alto en todos los aspectos y el resultado no fue el
esperado. Sin embargo, pude probar que cualquiera de nosotros los ciudadanos,
con un poco de voluntad y decisión, nos podemos colar a ese círculo que creen
solo les pertenece a ellos y donde radica el poder de hacer y cambiar las
cosas. Yo logré llegar, pero me faltó la capacidad de convocatoria, de
convencimiento y el apoyo para conseguir el puesto que me hubiese permitido servir
a la gente del DF, no servirme de ella, así como cambiar el destino de mi
ciudad.
Si de verdad
queremos cambiar lo que vivimos y nos sucede, no es por la vía de los Twittees,
blogs, marchas, bloqueos, ni eso. Las acciones a tomar deben ser planeadas y
consensuadas por amplios sectores, organizaciones y miembros de la sociedad
civil. Deben tener una estrategia y objetivos claros, dirigidos, ordenados que
provoquen los efectos adecuados en las estructuras institucionales que se
pretenda vulnerar y que genere con sus resultados la sinergia y adhesiones
sociales que permitan extender el efecto y alcance de las siguientes acciones a
realizar.
Escondernos
detrás de #, seudónimos, tirar la piedra y esconder la mano, no es la manera.
Para cambiar las cosas deberán surgir líderes con nombre, apellido, presentes y
con rostro. Dispuestos a arriesgar su libertad, integridad, su reputación. A
ser atacados, difamados, vapuleados, agredidos física, moral y verbalmente. A
sufrir el embate de los medios que sirven al poder y al estado. A sufrir toda
clase de desprestigio y embestidas. A perder amigos, a ganar enemigos, a poner
todo en riesgo quizá por mucho, quizá por nada. Por todos y quizá por nadie que
lo aprecie.
La convicción,
determinación y fuerza de voluntad serán cualidades determinantes de estos líderes
necesarios para llevar a buen fin un movimiento de cambio. No se trata de
"Iluminados", de "Santos" ni de "Niños buenos". Deben
ser ciudadanos ordinarios, dispuestos a vivir situaciones y hacer esfuerzos
extraordinarios en pos de un bien mayor para todos los mexicanos. Deben de
haber cometido errores y haber tenido aciertos, deben ser miembros de la
sociedad civil tan imperfectos como cualquiera de nosotros, tan sensibilizados
con la realidad como cualquiera de nosotros, tan hartos del gobierno, la clase
política y las decisiones que de ellos emanan como la mayoría de nosotros. Pero
con la solidez y fuerza personal que no le permita marearse al subirse a la
escena del protagonismo, el liderazgo social y el canto de las sirenas del
poder.
Los que no
tengan la madera de convertirse en líderes, sean solidarios, comprometidos y
entrones, sean mujeres, hombres, adultos o jóvenes. No tiren la toalla, no se
amedrenten, no se desilusionen. La lucha por el cambio que nuestro país hoy
requiere, se va a pavimentar con el esfuerzo, la cohesión, el apoyo, sacrificio
y hasta desgraciadamente la libertad, vida y sangre de algunos de quienes
decidamos participar, pero hacerlo valdrá la pena o ¿cuánto vale el futuro de
nuestros hijos?
Estemos
consientes que lo que hoy padecemos es consecuencia del voto irracional de más
de 16'000,000 de nosotros, de la ignorancia y simplicidad con que sufragaron.
De la falta de opciones y de la acotada seudo democracia de nuestro sistema
político donde se nos imponen pésimos candidatos y nos inculcan que nuestra
única forma de participación es votando por el manco, el cojo, el tuerto, el
tullido o el idiota que nos imponen y emana de grupos y partidos con
"0" compromiso social.
El partido en el
poder regresó y llegó para quedarse, no se va a ir porque pidan su renuncia, no
se va a ir mediante el sufragio, no se va a ir sin pelear, destruir e intentar
acabar con cuantas personas y grupos se le opongan. Gobernar y controlar un
país no es para ellos un compromiso, es un negocio muy lucrativo que no van a
dejar ir. Habrá desapariciones, matanzas, encarcelaciones, compra de
voluntades, coacción, intimidación contra quienes destaquen. Si de verdad se
quieren y están dispuestos a alcanzar un cambio, déjense de marchas, de
mensajes, Twittees pidiendo renuncias, vídeos, denuncias, etc., armémonos
primero de compromiso entre nosotros y sobre todo DE HUEVOS para hacer lo que
se requiere. Dejen de tener la voluntad de un "Conejo de peluche" y
tomemos cartas en el asunto.
Jose Gomez Porchini
confío en tí y en tu grupo, te encargo mi defensa y seguridad legal, me la
voy a jugar con todo esta vez por el futuro de mi hija, el de sus hijos y por
el de ustedes y la gente de este país. Hoy no tengo más que perder y sí mucho
por ganar y hacer.
Con esto que hoy
publico sé que voy a perder muchos conocidos y alebrestar a mis enemigos, pero
voy con todos los que quieren un cambio, con todos los que se sumen, apoyen y
crean que se necesita y puede un cambio. Con los que SOMOS MÉXICO.
Gustavo Pons
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