Una invitación...
Te invito, pero no a una posada con barra libre, ni a una comida de fin de año, ni a una cena de “traje” para despedir al 2010; nooooo!!!, te invito a transformarnos y cambiar el sentido de celebración decembrina, a tener comunión entre todos nosotros, para el advenimiento de Jesús y el cierre de otro ciclo anual, te invito a que la paz y la armonía no sean sólo intenciones (hagamos algo, lo que sea; cada uno en su espacio, con los más cercanos), la invitación es a la reflexión y a otras formas de festejar!!!!
No te parece que es irracional la forma en que celebramos esta ecléctica Navidad nuestra, de repente se nos olvida la tradición, la Paz entre los hombres de buena voluntad –si es que la tenemos; digo la voluntad-, el tiempo de reflexión se volvió el tiempo de la locura por comprar y “festejar”, de cualquier manera; se nos borra el sentido del verdadero convivir y también se nos olvida el calentamiento global (que tanto nos preocupa y del que hemos hablado todo el año), nos ponemos a prender dos millones de foquitos en cada casa y otros tantos millones en las calles, se nos va la cabeza y le ponemos luces hasta al burro del Nacimiento; que el problema energético es grave -y eso que importa-, es Navidad; qué tanto es tantito, aunque en suma es muchito y eso se multiplica en quién sabe cuántas ciudades de quién sabe cuántos países, habría que pensarlo ¿no crees?, será que la Navidad sin tantos focos tendría otra significación.
Conmemoramos el nacimiento de Jesús, su anunciación y advenimiento, el viaje tortuoso de su madre pidiendo posada para el alumbramiento; recordamos juntos un hecho que transformó al mundo y en su trascendencia; dividió a la línea del tiempo en un antes y un después, un hecho tan significativo que nos legó una forma de ser, de observar conductas y costumbres; nos legó una esencia; y a muchos nos legó una forma de conexión con lo divino; celebramos que está entre nosotros después de 2010 años.
Y en ese olvido esencial, se nos olvida que para recordar no hay que derrochar, ni desbordarnos, que no sería necesario el derroche generalizado; en arbolitos que estarían mejor vivos generando bosques, que tienen origen en adopciones culturales –que son bonitos-, pues sí, pero en su caso, habría que darle sentido, más allá del ornamental-; muchas veces lo adornamos sin saber siquiera de dónde viene la idea del dichoso arbolito de Navidad (y sería un buen motivo para charlar con los más chicos, para hablarles de las costumbres ancestrales de otras latitudes).
Y así, entre Nacimientos, arbolitos, millones de focos de colores e inflables de otras tantas miles de formas en los jardines y techos de las casas que requieren de energía todo el día y la noche para erguirse a la mirada del vecindario para transformar las calles en un remedo mal hecho de personajes de Disney que quién sabe a cuento de qué se volvieron iconos de la Navidad, Santas y muñecos de nieve que llegan en helicópteros o globos aerostáticos y miles de otras representaciones.
Así pasamos diciembre y la Navidad; entre practicas que diluyen el sentido de meditación reflexiva, anulan la posibilidad de hacer un alto en el atropello de vida que tenemos todo el año y en el que se pierde la esencia de la celebración y se pierden muchas otras cosas…
El caso es que la casa sea la más adornada, y por qué no, también el coche; con gorro de Santa, con cuernos, cola y nariz de reno, o con las dos cosas, a los niños les va a fascinar!!!!, -tal vez esté bien-; tal vez mi visión sea muy obtusa y falta de humor, sólo que me parece triste todo este circo que requiere alguna idea que sea paralela a la celebración y a lo que pretendamos para los niños, para su espiritualidad y para que sientan la reverencia de ciertos momentos de la vida.
Y ahí no acaba todo, quién sabe por qué suponemos que diciembre es para comer; hay que comer y comer y volver a comer; ¿y el colesterol, y los triglicéridos? Y las recomendaciones del doctor, y la salud ????
Es diciembre, es Navidad y hay que probarlo todo y en todos lados (aunque en todos lados sea lo mismo), y cuando se come, pues ya se sabe; se brinda!!!!
No nos acordamos más que de la salud que se desea con una copa en la mano, salud a todas horas del día, porque es fin de año; pareciera que quisiéramos que fuera el fin de la otra salud (la que verdaderamente se desea con y para los amigos, con ese vino que también es representación y tiene un significado), de alguna forma lo sagrado ha quedado fuera de la celebración.
Te invito a transformar la idea de la Navidad en algo que nos conduzca a la Paz y no a matarnos por entrar a un centro comercial; a encontrar por principio un lugar para estacionarse (total si ya lograste llegar), porque a última hora se te olvidó el regalo de la tía o porque no encuentras el juguete que tu nieto pidió, o porque es la venta nocturna del año y en el Palacio hay rebajas maravillosas en monedero electrónico o en lo que sea, (lo interesante es dejarnos convencer para consumir) -pareciera que si no compramos, no es Navidad-.
Los regalos son maravillosos, pero hay muchas formas de regalar, de darnos y de representar nuestro dar en objetos-, hemos convertido el tiempo de la Navidad en un circo y un manicomio de compras, en largas filas para envolver regalos con kilómetros de papeles de todos colores y brillos; papeles inútiles que podrían ser útiles para otros fines y además, son contaminantes (mientras más brillos, más caros, y más contaminantes), ¿para qué?, sólo para un instante, después pasarán a ser parte del mayúsculo problema que es de todos, ese que todos conocemos y nos amenaza; esos oropeles sólo servirán para eso; para contaminar; y si representan ilusiones, -no habría que plantearse, ¿por qué ponemos nuestras ilusiones en una caja adornada?- olvidamos que esos moños serán toneladas de basura (más contaminantes todavía), que serán arrancados y botados en el acto en que se reciba el adornado paquete.
Regalar significa darse, dar de uno mismo, quizá en la representación de un objeto, pero no en algo adquirido en una batalla campal en la que se tuvo que hacer fila media hora para poder pagarlo y quizá se compró sólo porque alguien a quien ni conoces bien te tocó en el “intercambio”
En fin, habría que pensar en transformar el sentido de la conmemoración de la Natividad de Jesús, pensar en lo que enseñamos a los menores, meditar en lo que ha sido el ciclo anual que se cierra y en dar mejores cosas para el futuro, pensar en formas de embellecer nuestras vidas, sin la necesidad del ornamento, actuar por el otro y por los otros para que la esencia y el espíritu de la Navidad vuelva y nos inunde el alma.
Hay quien dice que soy la representación del Grinch, una agua-fiestas, y no es así; siento la Navidad, busco en el cielo la guía de esa estrella y como cuando era niña en las noches de diciembre volteo al cielo para ver a los Reyes de Oriente en su viaje astral, me gustan los abrazos que trasmiten amistad, ansío esa Noche de Paz que tenga su reflejo en todas las noches por venir y me encanta la idea de conservar el rito y las tradiciones, me encanta compartir con mis amigos, me gusta la concepción de una piñata que es la representación del mal y los pecados y por eso hay que acabar con ella; quisiera una época en la que la Paz fuera una atmosfera para todos, un momento para condensar lo mejor de cada uno y deseo que haya otros caminos…
Por eso los invito a transformar el sentido de la Navidad, les mando mi cariño y un montón de abrazos.
Lourdes
Lourdes:
Me autorizas a reproducirlo en mi blog VALE LA PENA?
Saludos!
Será un honor.
Reciba mis abrazos!!!
Lourdes
No hay comentarios:
Publicar un comentario