lunes, 26 de mayo de 2014

Decálogo del Maestro. Manu Gómez



Decálogo del maestro
Manu Gómez


Primero: Serás ante todo, un alumno. Deberás mantenerte en constante aprendizaje, no sólo a través de cursos y diplomados, sino mediante la observación de tu entorno. Escucha siempre las conversaciones de la gente y entérate de todo lo que sucede en el mundo, no te quedes rezagado.


Segundo: El premio está en el conocimiento y el castigo en la ignorancia, no en la calificación. Debes lograr que el alumno se enamore del proceso de aprendizaje y vea en él la verdadera recompensa. Evitarás el abuso del método conductista.


Tercero: Serás un enamorado eterno. Ver la docencia como un empleo temporal o como un refugio ante la crisis sólo resultará en detrimento hacia la profesión del maestro y hacia el magisterio mismo. ¿Estudiaste para ser matemático y eres maestro? ¡Apasiónate por las matemáticas y la enseñanza!


Cuarto: Serás un ladrón consumado. Si ves una técnica en algún maestro que te haya impresionado; cópiala, adáptala, róbala y úsala. La enseñanza no tiene derechos de autor. Toma todo lo que te sirva y ponlo en práctica.


Quinto: Serás un pescador de ideas. El conocimiento está en tus alumnos y debes encargarte de sacarlo. Puedes preparar tu clase, pero siempre trabajarás con los elementos que te otorguen los alumnos. De nada sirve hablar a los alumnos sobre lo que te apasiona a ti, debes hablar sobre lo que los mueve a ellos.


Sexto: Un alumno no es una máquina para hacer embutidos. Abrumarlo con un montón de datos y esperar que produzcan una persona funcional es una práctica que debe quedar en el pasado. Sí, es importante conocer un montón de cosas, pero es más importante estimular el pensamiento crítico y la imaginación del alumno.


Séptimo: La moral se queda en el convento. Debes buscar que sus alumnos tengan una apertura de mente que los lleve a deshacerse (ellos mismos deben lograrlo, no el maestro a través de la presión) de cargas ideológicas o de dogmas sociales. Nada es tabú y todo merece un análisis.


Octavo: Las jerarquías están en las empresas, no en las aulas. En ningún momento deberás sentirte superior a tus alumnos, la riqueza está en el intercambio de ideas, opiniones y puntos de vista.


Noveno: Evaluarás a tus alumnos de acuerdo a sus habilidades. Pensar que la educación es como una camisa “unitalla” no es una idea válida. Una misma forma de enseñanza no sirve para todos los alumnos; de igual modo, las evaluaciones deben hacerse de acuerdo a las habilidades del alumno. Sí, existen ciertos parámetros que son exigidos por el departamento administrativo de las escuelas: exámenes, calificaciones, puntos y más; no obstante, se debe tener especial cuidado en no generalizar y en entender el ritmo al que marcha cada alumno.


Décimo: Te comportarás de manera ética. A fin de cuentas, eres un modelo a seguir, alguien con quien los alumnos se identificarán y de quien tomarán algo. Es siempre importante conducirse de manera correcta; es decir, congruente con tus ideales y con lo que representa ser un maestro. Te regirás por la pregunta "¿Estaría bien si todos actuaran como yo?".




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